Cuando en el sol se vió y se observó en el cielo, si era ella, Cielo, la que perdió su vida por un fuego devorador, perdió la ilusión y la decepción de no hallar a Frederich, si perdió su forma de ver la vida, el sol y más la vela encendida dentro de aquel sótano y más la ciega compañía, la cual, era la que le cuidaba más aunque fuera ciega, por que no la veía a ella, pero, ella sí, la presentía siempre. En la cual, se debatía una sola espera, un solo deseo y un sólo sueño, pero, no, no quiso más que ser el cielo mismo, y, ¿lo alcanzó?, pues, se fue al cielo donde el tornado pertenecía, donde el sol pertenecía y de donde provenía aquel viento que sólo le hizo volar a sus hojas de papel donde escribía ella, Cielo de todo. Cuando en el ocaso, debió de llegar hacia lo más importante ese fuego devorador parecido al sol, si llegó al mismo sol. Cuando en el aire se debió de atraer lo que trajo el viento un fuego tan voraz como tan devorador en que sólo se comenzó con una triste vela y sucumbió en un sólo trance y llegó a perecer todo lo material y más la vida de Cielo, la muchacha joven que la adivinadora le predijo su muerte, que moriría en un tornando y que su hombre y su único amor Frederich la habría de abandonar por un perro llamado Futy.
Futy no se dió por vencido, sabía algo que no sabía Frederich, que un perro siempre es fiel a su amo, y Frederich lloró tanto a Cielo, que lo logró, hallar el cuerpo de Cielo, detrás de la puerta caída del sótano. Ella, Cielo, desmayada, decaída y casi asfixiada por el humo del fuego devorador si se halló con vida todavía. Futy olfateó tanto y buscó tanto que no se dejó vencer, y luchó tanto por hallar lo que quería Frederich a su amor llamada Cielo. Cuando fue llevada en ambulancia hacia un hospital y allí se recuperó, si pasó el tiempo. Y pasó más el tiempo, cuando se recuperó y halló al amor y su vida fue recurrentemente muy feliz. El sótano cayó en desolación, incinerado, quemado y más, fue pérdida total. La vela encendida sólo hizo un fuego devorador en que casi se pierde la vida. Cuando en el ocaso se vió como el mismo sol y Cielo lo sabía, que era como el mismo cielo y más. Se llevó una tristeza ambigüa, continua por perder al sótano donde ella guardaba todo, desde sus pertenencias hasta a su propia vida. Cuando en el instinto de su corazón Cielo decidió continuar escribiendo en su diario cuando pudo recolectar las hojas perdidas de su diario cuando Futy las halló cerca del aquel sótano. Y escribió esto…
“¡... yo Cielo, me encuentro en un buen estado de salud, pues, las quemaduras me hicieron más fuerte, y más irreverente, más audaz y más cuidadosa, me hizo ver la vida desde otra perspectiva de vida… y que el cielo es la mayor grandeza de poder vivir, de ver y de observar el cielo desde el suelo por donde nos encontramos todos, pero, hallar la magia del sol y a sus rayos sólo le pertenece al cielo, y el sol, y la lluvia y las nubes sólo le pertenecen al cielo, y que si queremos alcanzar el cielo, sólo hay que sentirlo en el corazón y en los ojos la grandeza de ver y de observar el cielo por donde todos caminos y queremos poder vivir...!”.
Cielo, como se llama la muchacha, sólo se debatió entre la vida y la muerte. En un fuego siniestro por donde se paseó el más débil de los momentos, pero, eso le dió fuerzas y fortalezas aunque no se olvida de la adivinadora y de la premonición que le vaticinó en una noche de fiesta junto a Frederich. Sale del hospital, Cielo, y vé y observa el cielo, como era ella, el mismo Cielo, el que era el sol o la misma lluvia, la que se sentía tan fría en la misma piel. Cuando el cielo era el límite y la meta a llegar. Era todo lo que se necesitaba y más y para ser eternamente feliz. Y en un momento a solas escribió en su diario nuevo, porque el otro se quemó parte...y escribió así de ésta manera…
“¡...yo Cielo, la que todo soy como el mismo cielo, sólo quiero agradecerle a la vida misma y al mismo tiempo, cómo fue que llegué a sobrevivir de tan siniestro mal percance de un fuego devorador que casi se lleva mi vida y más me dejó casi inerte, inmóvil y desmayada en el suelo, gracias a Dios y al cielo por su eterna voluntad...cuando en el tiempo, sólo en tiempo, yacía un sólo mal deseo, un mal ambigüo y mal atrayente y nefasto tiempo…!”.
Sólo Cielo sucumbió en un sólo trance, en un mal percance, y un mal estado de ambigüedad, cuando sólo en el tiempo, sólo en el ocaso se vió un tormento y una ira descendiente, como la fría lluvia que automatizó el evento más cruel de una premonición avanzada de cruces muertas, en la puerta, o en la ventana donde ella Cielo observaba el mismo cielo dejando caer la misma lluvia. Cuando con la magia de la lluvia sólo escribió un poema de esos de lluvia y de tormento, dejando caer toda su plenitud y su mayor expresión, el cual, decía así…
“¡Cielo mío, o vida mía,
que desparramas mi voluntad en esas lágrimas tan frías,
cuando te miro yo,
cuando observo tu sabiduría,
cuando eres como el viento,
que dejas pasar lo que siento,
y mi dolor en un pasaje de la vida,
si decaes el sufrimiento como la misma pluvia,
si dejas como sabor en mi boca,
lo que hoy nos provoca,
más y más,
cuando nos toca con la poca lluvia,
que dejas caer en la piel,
y así es tan álgido el cielo,
que dejas caer todo en mi piel,
cuando en el pasaje de la vida,
sólo se cree como un dolor tormento,
donde renace el amor,
como el dolor con esa lluvia a mi alrededor…!”.
Y escribió en el diario que…
“¡...yo Cielo, la que es y será como el cielo, no se dejó vencer y luchó hasta el final de sus días, como el amor puro de Frederich y más el amor verdadero de un hombre, el cual, me abandonó por un simple perro, pero, quedé sola como el tiempo, como el ocaso o como el frío inerte en la misma piel, y no fui cobarde sino que la valentía se dedicó en cuerpo y alma en ser como el mismo Edén, o como el mismo paraíso, en que llegó el derrumbe de un fuego devorador como el que pasé cuando la vela cayó sin mi propia presencia y con un viento tan inocuo, pero, perecedero…!”.
Cuando Cielo, sólo en el cielo, se derrumbó en aquel tiempo, cuando una vela, hizo todo aquel fuego devorador en aquel sótano donde ella aguardaba por el tornado más fuerte a su paso por la ciudad donde ella vivía. Y le nació la poesía y más, comenzó a escribir su vida en papel y tinta, pero, tuvo temor y miedo, cuando en el alma, sólo en el alma le llegó un dolor como el dolor de ser llevada por un tornando tan fuerte sin poder salvar su vida. Cuando en el silencio, sólo en el silencio, sólo se debatió una espera o un solo sueño que quedó como la misma pesadilla, cuando llegó, sí, con ímpetu, dolor, y amarga desesperación, con un dolor consecuente, y una espera más insolvente como esperar por el mismo dolor, cuando en el alma, sólo se debatió uan espera y un silencio de esos, cuando llegó el tornado más frío, más doloroso y más real, si en el camino sólo se cruzó una terrible tempestad como un ímpetu tornado, y que era el más fuerte, delirante y destrozador como tenaz y devorador con todo. Y Frederich lejos de Cielo y Futy sin poder salvar la vida, otra vez, de Cielo. Cuando en el instante se debió de creer en el mal percance, en la manera de creer y de sentir en el mismo instante, cuando en el combate de sentir y en ese cruel silencio, sólo se sintió una suave y delicada mala sensación. Pasó el tornado, pasó la mala forma de morir, y de creer en la credibilidad de la adivinadora, y del mismo tiempo, y del ocaso en el cielo, cuando el tornado se llevó a Cielo al mismo cielo, donde ella, tal vez, ella pertenecía, como decía ella misma. Y Frederich y Futy lejos de ella, lejos de la forma en salvar la vida, y dejando a un lado el deseo, el anhelo de vivir, y de sobrevivir a una mala naturaleza. Cuando en el desenlace final se vió morir la vida, y más se vió el cruel final de toda una vida. Fue fuerte y con un ímpetu insolvente, fue devastador y con unos vientos muy fuertes y devastadores. Cuando Cielo corrió por el césped, corrió por la ciudad, pero, se la llevó lejos alzando sus pies y volando lejos. Y el tornado fuerte y ella tan débil, y sin demora se la llevó lejos. Arrastrando su cuerpo, su felicidad, su vida y más la vil muerte por el mismo cielo, donde yacía Cielo, sí, era el cielo. Cuando en el cielo sólo se llevó lo que no le pertenecía, lo que no quería, y lo que no era de él, elevando la vida y más el sueño en ser como el mismo ímpetu en ser tan fuerte como ella misma o como el mismo cielo. Y Futy, ésta vez, no halló a su cuerpo, no la olfateó, pues, su manera de ver, de sentir y de ser, se le fue de las manos volando y tratando en sobrevivir, pero, el tornado se la llevó lejos sí. Si era el cielo y más era ella Cielo. Y Frederich la abandonó por un perro llamado Futy, el cual, quedó solo a la deriva con su perro más fiel al hombre y más a su amo. Y ¡ay, de la ciega compañía!, la que dejó en ella sus ojos y hoy yá no está. Y dejó escrito un poema de su propia inspiración que dejó en papel y tinta, el cual, decía así…
¡Vida mía,
si te llevas de mí la vida,
dejando la cruel herida en mí,
no desparrames más la mala suerte,
de llevarte mi cuerpo,
mi voluntad y el frío en mi piel,
no dejes de vivir, cielo mío,
quédate intacto, inerte e inmóvil,
o como el mismo viento audaz,
el cual, dejó una estela de rastros fuertes,
como un fugaz encuentro,
entre el cielo y yo,
no dejes de mirar a mis ojos de luz,
como aquel ocaso,
en que casi perece mi vida,
no dejes de amar mi voluntad,
vida mía y cielo mío…!.
Si fue el cielo, y más el cielo lleno del sol, o del aquel ocaso, en que llegó el tornado y se la llevó lejos dejando un ímpetu en ella, una sola salvación y fue llegar hacia el mismo cielo. Y fue Cielo, la del mismo cielo, y a la que hasta sus últimos días la amará Frederich, si la abandonó por un perro, el cual, salvó su vida en cuanto se hallaba en el sótano, en el cual, siempre estará la ciega compañía aguardando como la luz de una vela encendida por ella, el mismo cielo, si era ella, Cielo.
Fin
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de agosto de 2020 a las 00:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
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