**~Novela Corta - Un Disparo en la Noche - Parte Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Cleo conoce a Margarita y no sabía que se enamorará tan rápido y tan veloz, como el mismo corazón podía latir o palpitar. Sólo Cleo, estaba arrepentido del hecho tan cobarde como lo fue la violación hacia Manuela. Él, sólo estaba pensando de ¿cómo estarán las cosas por allá, por la hacienda del café?. Y yá él, salvo, casi salvado, porque el padre de Manuela lo estaba buscando con sus hombres para matarlo. Y Margarita sin saber nada, inocente de todo, se vá enamorando de Cleo, el hombre que conoció y que llegó por el río. Cuando en la hacienda de azúcar acepta a Cleo, como un nuevo peón. Mientras tanto, allá en la hacienda de café, todo en punta los pelos. El padre estaba triste y lloroso, pero, muy fuerte para hacer vengar a su hija Manuela de éste tipo llamado Cleo. Envío a todos sus hombres, incluyendo al Capataz, a buscar a ése hombre por todos los alrededores, y que le contaran todos los pormenores de noticias acerca del panadero de Cleo. Cuando en el pueblo no se hallaba, y todo mundo lo quería hallar y con vida, pero, fue en vano, porque Cleo estaba yá en el otro lado del río, en la hacienda de azúcar. Cuando en el monte no lo hallaron, no lo hallaron en su choza, no lo hallaron en el río, no lo hallaron en la hacienda de café, o sea, que estaba desaparecido y sin saber de su verdadero panadero. Mientras que el padre de Manuela, ardía de coraje, y de soberbio odio y rencor hacia Cleo. Y Manuela dolida recuperándose del aquel mal acto de Cleo, y tan arrogante como siempre. Mientras que la sirvienta de la hacienda del café, le cocina un té para no quedar embarazada y ella se lo toma, al pie de la letra. 

Mientras que acá, en la hacienda de azúcar, todo muy bien, comenzó a laborar y a recolectar la caña de azúcar y a trabajar en todo lo posible que lo necesitaran allí. Mientras, que en algunas escapaditas de Cleo, llegaba a la cocina y miraba con amor a Margarita y comenzó a conocerla, a enamorarla y a salir con ella. Mientras que el tiempo se iba muy lento, mientras que Margarita continuaba lavando trapos en el río, él, Cleo, la sigue como él seguía a Manuela, pero, ahora no había arrogancia, ni soberbio carácter, ni mala actitud entre ellos, sino que la muchacha era muy buena, poseía una bella candidez, y una ternura envidiable, a lo contrario de Manuela y yá amaba a Cleo, ella soñaba con Cleo, por las noches y sólo pensaba en su futuro con él, con Cleo. Y comenzó el amor a aflorar y a renacer en el corazón de ambos. Y Cleo, un mal hombre que fue con Manuela, sólo pensaba de cómo estarían las cosas por allá en la hacienda de café. Cuando en un momento en pleno río en que acompaña a Margarita y él recolecta la vendimia de azúcar, vió a un hombre que lo busca, pero, no había dado con su panadero aún y todavía no. Mientras que Manuela maldecía el tiempo, a los hombres y tenía una tristeza muy profunda, pero, a ella no le importó nada de eso realmente, sino que eso era lo que buscaba la muchacha con el peón Cleo, con su coqueteo pasional entre ellos dos. Si era una pasión tan inclemente, tan audaz, tan tenaz, como el mismo sol en el mismo cielo. Margarita, una joven carismática, alegre, llena de sueños y de primaveras, cuando sólo soñaba con casarse con un hombre que la quisiera en verdad, pero, su sueño es tronchado por un mal hombre y el cual, se llama Cleo. Cleo, sólo deseaba amarla, se enamoró en verdad de ella, de su pureza y de su inocente esencia y poseía una virtud tan bonita como el cielo mismo. Cuando en la magia del evento, sólo quería casarse con Cleo, tan rápido y veloz como el corto tiempo que había pasado sin conocerlo bastante bien. Ella, Margarita, caía en el barranco o por el precipicio hondo y devastado y sin poder encontrar o hallar la salida, y no lo sabía. Mientras Cleo, sólo quería olvidar su cruel pasado. Y saber que el destino y que el camino tendrían un buen comienzo y no un final tenebroso, aunque él sí lo esperaba. Cuando en el final se debió de creer en el amor puro e inocente, y no en la maldad ni en un pasado devastado por un sólo error que le perseguiría y por siempre. Y Cleo, quizás arrepentido, pero, estaba satisfecho en hacer valer aquella frase que siempre él decía, -“esa mujer vá a ser mía”-, esa frase que le dió fuerzas y más que ímpetu, lo deliberó hacia un mal acto para con Manuela. Cuando en el ocaso, se da como el mismo crepúsculo debatiendo en la misma manera en que sólo el sueño iba a ser real. Y quedó maltrecho y desolado, recordando todo como si fuera ayer. ¿Cómo halló y encontró a Manuela bajando por la bajada en la hacienda del café?, y estaba sola y en soledad y tan desolada, como la misma rosa tendida en el jardín. Sólo se llevó una forma tan irreal en creer en su mal acto y en su fea vergüenza, en caer a tan bajo y violar a una mujer que lo buscaba en un juego de arrogancia y de soberbia con un odio devastador. Cuando en el aire se dió lo que más que el viento tocó y palpó en el cuerpo. Estaba sentado en las afueras de la hacienda de azúcar, pensando y analizando ¿qué iba a hacer?, si le contaría todo a Margarita o si continuaba con la mentira jugando con la inocencia de Margarita. Si Manuela, yá estaba recuperada, y comenzó con el otro peón a martirizar y a tratarlo muy mal. Su carácter se llenaba de más odios, y de superflúos rencores. Cuando en la mañana, Margarita, servía el café, y recordó a los granos del café, cuando los recolectaba, y recogía la vendimia y más, a Manuela, cuando llegó su nombre a sus pensamientos, pidió perdón inconscientemente, pero, fue tan real y tan verdadero, pero, no se sentía culpable, sino que lo que hizo fue por el capricho de una niña rica jugando con un hombre real y verdadero. 

Es otro día en la hacienda de azúcar, Cleo, vá al río, por donde llegó y vé a otros hombres allí, con Margarita, a Margarita le preguntan por él, por Cleo, pero, no les dijo nada. Ella, inocente de todo, solamente no le dió ni con sospechar de nada. Cuando en el templo de su mente, sólo debió de creer en su subconsciente, cuando piensa en sólo en Cleo como su posible hombre, en el cual, ella quisiera tener como esposo. En la cual, se debe de sentir como un tormento de luz, el saber que él también la amaba, a ella, a Margarita. ¿Era una treta o una persecución como lo que le hizo a Manuela?. Lo único que ella quiere es casarse con Cleo, y saber que ella lo amaba como a un sólo hombre en que sólo se sentía como una gota de agua en la piel. Cuando en el presente se debió de creer en el amor a toda costa sin importar el desenlace que finalmente se veía venir por los malos actos de Cleo. Cuando en la hacienda de azúcar se dió la relación entre Cleo y Margarita. Cuando en el ocaso se enfrío con la noche fría, y Cleo le propina su primer beso a Margarita. La noche fría y densa, se amaban Cleo y Margarita. Cleo, buen jovenzuelo, bueno y educado y respetuoso y tan honorable, espera con ansias que la relación con Margarita sea perdurable. Cuando sólo fue un hombre que cometió un sólo error que quizás le iba a costar la vida misma. Cuando en el camino y en el destino se veía venir, lo que más se sentía una fuerza y un sólo arrepentimiento seguro, como tan condenatorio, y sólo él mismo se sentencia como un mal hombre que cometió un delito y con una mujer tan arrogante, tenia miedo y temor, por supuesto, por que él sabía que el padre de Manuela, un poderoso de la hacienda de cafetal lo buscaba para matar. Cuando en el albergue de su solo corazón, sólo se debía de sentir como un tiempo tan largo como tan corto, no lo sabía él. Sólo sabía que lo buscaban y que sentía y que presentía que iba a morir, como un desenlace final, en que sólo pretendía salvar su vida y salir con vida sin perecer en el acto de enfrentarse al padre de Manuela. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo en el ocaso se vió llegar la noche fría. Cuando en el ingrato tiempo, sólo se debió de llegar cuando el padre de Manuela lo buscaba como un vellón en el precipicio, cuando su cabeza valía miles de dólares. Cuando en la noche fría se besaban en las afueras de la hacienda de azúcar. Cuando en el alma se aferraba la luz, el cielo y la noche tan fría. Cuando en el hálito impetuoso, se debatía una sola mala situación, en que se aferró el mal principio, con un triste final, en el desenlace venidero, cuando se exaspera la fría llegada del padre a la hacienda de azúcar en busca de Cleo, para sentenciar a Cleo como el mal hombre que mancilló a su hija Manuela. Cuando en la noche fría y desolada se llevó el calor y más la ansiedad y la alegría tejida en telarañas frías de miedo y de temores. Cuando en el alma sólo se descubrió el deceso de una felicidad que le daba miedo y temor, arraigada de estrés y de ansiedades ocultas. Cuando en la noche fría, como un desierto y con un levante en dunas, se debió de atraer en el ocaso frío un desastre, o un final, en el cual, se debió de opacar en la luz. Cuando en el intenso y en la intensidad se debió de fabricar las estrellas fugaces cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo se hechizó el evento nuevo como dentro del corazón una sóla espinita que hirió en derredor sólo el alma más pura. Si en el alma, se dió como principio de un final devastador, como fue un sólo rencor y un sólo odio en el corazón. Cuando en el alma sólo desafío la manera en creer en el amor y en el alma fugaz, cuando se fugó la estrella en la noche, en esa noche en aquella noche de la violación de la hija del hacendado de la hacienda de café a Manuela. Cuando en el desastre se debió de enfríar el corazón y más el alma fría. Cuando en el reflejo del corazón, sólo se reflejó los latidos muertos, los ocasos fríos y los malestares más vivos. Cuando en el alma se debió de fingir que la luz brilla y que la luz opaca el frío camino. 

Cuando en el camino y en el destino, sólo llegó esa noche, cuando Cleo le pide a Margarita matrimonio, pues, fue una noche fría y clandestina, y tan desolada como el imperio de la sola soledad. Y Margarita feliz, inocente y tan nerviosa le expresa el sí a Cleo. Cuando en esa noche fría y desértica fue la más feliz del momento en la vida de Margarita. Y Cleo, contento también, le dió el sí prenupcial a la novia Margarita, cuando en el frío se dió en la piel. Cuando en esa noche se debió de creer en el imperio de los ojos llenos de felicidad de Margarita. La inocencia, y la pureza, de Margarita afloró, si se vió inerte e inmóvil su belleza de mujer y su esencia y virtud tan impoluta como la misma verdad. La bondad y la hermosura se vió inalterada, sino que se vió bella como la más rosa en el jardín del Edén. Cuando en esa noche se vió la noche relajada y tan fría como al mismo tiempo. Cuando en el tiempo sólo se vió reflejado en el tiempo, un ocaso frío e inerte. Cuando en el flavo color del cielo, se debió de atraer la manera más eficaz de ver el percance siniestro pertinaz en la memoria cruda de Cleo. Aunque nadie sabe de su mal acto creen en el ámbito laborar de Cleo, un peón diestro y más laborioso que cualquier otro, pero, le seguía y le perseguía la vida misma, y el mismo frío en la piel. Cuando en la noche fría y desolada, se vió en los ojos el dolor y la traición, y se veía venir yá, la muerte segura de terror y el horror del terrible crimen que había cometido Cleo. Cuando en el tiempo sólo obtuvo un desconcierto temeroso y horroroso de un mal acto tan cobarde como haber violado a Manuela. 

Y Manuela todavía coqueteando con los peones, tomó varias copas ésta noche de olvido. Trató de olvidar lo sucedido con una botella de alcohol. Esa noche cayó rendida en su habitación y automatizó la espera, la gran e inesperada espera de hacer vengar a su burlada violación por Cleo. Solamente fue un juego entre ellos, pero, si se les escapó de las manos todo el juego entre ambos, entre Manuela y Cleo. Mientras que Cleo recoge la vendimia de la caña de azúcar, cuando era él, el mejor en recolectarla. Cuando en el acecho se debió de creer que era el mejor y llegó por el río, naufragando por esas mismas aguas caudalosas, pero, tan temibles. Cuando en el corazón, se sintió solo, y apaciguado, pero, lleno de latidos fatigados por ser un hombre recio y tosco y tan corpulento. Cuando en el espacio vacío se tornó áspero como el agrio sabor de boca. Cuando él, sólo pensaba en su fechoría como algo pasado y no con consecuencias terribles que marcaran su debilidad por aquella noche de locura y de tortura, por una triste violación hacia la hija del hacendado a Manuela. Y Manuela ebria, sola y desolada y frustrada con su mancillado cuerpo, mientras, que el imperio de sus ojos, sólo miraba desorbitada y tan perdida por la maldita bebida. Cuando en el ocaso se debió de irradiar el sol, pero, sólo ella Manuela sentía una lluvia que empapa más a sus ojos sin luz. Cuando en el ocaso se perfiló como la lluvia en su rostro y más en sus ojos. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo cerró las heridas tan marcadas en el cuerpo de Manuela por aquella violación que se buscó por arrogante, y altanera y tan soberbia en el mundo del cafetal y de los peones. Cuando en el alma, sólo en el alma, se entristeció de embriaguez con el alcohol envenenando a las venas y más a la sangre. Cuando en el aire se dió lo más cruel de un destino y de un sólo camino, cuando en el alma se cruzó una luz, y fue indagar más sobre el panadero de Cleo, en la hacienda del cafetal, pero, no halló nada ni tan siquiera a dónde se había marchado ni quién era su panadero. El río sosegado, caudaloso, pero, tan impetuoso como el mismo delirio, y tan frío como la misma piel. No debió de ser fracaso, sino una premonición de que sí su padre lo hallaría y con vida para matarlo de un sólo disparo. 

Cuando el sol era fiel testigo de un sólo principio cuando Cleo y Margarita preparan su matrimonio felizmente, pero, Cleo temeroso, por lo impetuoso de un sólo destino, y de un sólo camino cuando ocurre un sólo mal deseo en ver a su vida yá muerta en deceso y con la cruel muerte encima. Cuando en la piel, sólo en la piel, se cometió un frío delirante en atraer lo inesperado, de que el padre de Manuela hallaba a Cleo, con las manos llenas de esa cruel violación a su hija. Cuando en el alma de Cleo, sólo estaba pesada, cruel, devastada y sin luz. Cuando en el ocaso se dió una forma extraña de presentir la fuerza en el camino de ver el desenlace nupcial entre él Cleo y Margarita. Cuando en el alma se dió la más penuria e irrazonable luz tan opaca y tan irreal como la oscura desolación que corría Cleo. En la manera de sentir el frío en la misma piel, sólo se dió una manera en sentir el silencio automatizado por una terrible violación. Cuando en el cielo, sólo se debió de creer en la luz, o en el clandestinaje, cuando se vió en el cielo una nube blanca que parecía como una premonición tan clara como el sólo misterio. Si cuando perece el más fuerte, el hombre, cuando en la mala caricia se da lo más pernicioso, lo más débil de un instinto como un cometa de luz y tan frío. Cuando el aire se deshace como una tormenta fría, como el instante en que se dedicó el más frío delirio, cuando se dió el más suave de los momentos. Cuando en el ocaso pintó y dibujó un corazón en el mismo cielo de abril, dejando su más exponente delirio en automatizar la espera tan inesperada. Cuando en el ocaso se fue como se vá el sol por el mismo otero. Cuando en el ademán frío de un instante se debió de atraer la comitiva inesperada de un sólo frío delirante. 

El matrimonio será trascendental y tan transparente como la virtud impoluta de Margarita. Yá se veía venir el comienzo o un final destrozo. Un mal acto y una violación de un mal proceder de Cleo. Y lo dejó solo, inconsecuente, y delirante, sólo pensando en el mal final que se avecinaba con el delirio frío. Cuando en el desenlace se dió una manera fría y de querer no volver más a amar en el coraje de sentir un odio y un rencor devastador por haber amado sin poder amar. Si era Cleo el más buscado por el padre de Manuela y por sus hombre de confianza. Si él, Cleo, cruzó el río y más se vió como un mal hombre. Y se debió de alterar su vida y más su pensar y su arrepentimiento. Y el matrimonio entre Cleo y Margarita, se iba a consumir más y más, si el padre de Manuela no lo impide. Cuando yá casi el destino se da como el mismo delirio frío, como el mismo destiempo, o como el mismo ocaso frío, en que se da lo pernicioso. Cuando en el destino y el camino frío, se sintió como una sola desolación cuando en el albergue de su corazón, se dió el suave delirio. Cuando en el instante se creyó como un terrible dolor. Cuando en el ir y venir se dió como el suave desenlace de lo perdido, cuando Margarita contenta y feliz, se siente feliz, como un tormento, como una tempestad que con el sol se vá. Cuando en la alborada se percibe un silencio voraz, y una sola y adyacente lujuria, en amar lo que acontece, cuando en el delirio se dió como el suave frío. Y en los ojos se dió el más suave de un cometa de luz, en un abrir y cerrar de un corazón si sólo amando se dió un sólo latir, cuando en el ocaso se deliberó a todo un sol siniestro. Y de adyacente ira y de dolores inconsecuentes, se dió lo más imposible de un hálito impetuoso de él, de Cleo. Llevando una extraña manera de creer en la perdición, y en la manera de hacer infeliz a alguien y era la mala suerte que se veía venir hacia la muchacha, hacia Margarita. Cuando en la vida, se dió el gran juego de la vida, a aquel juego entre Cleo y Manuela, cuando en el delirio delirante se dió lo más ambigüo, y él Cleo, lo recordó todo. Cuando la muchacha jugó con él, como si fuera una marioneta o un títere. Y él, Cleo, no lo quiso así. Cuando juró lo que más que -“esa mujer vá a ser mía”- y así fue, la persiguió hasta mancillar a su cuerpo esa noche de dolor y de un juego en el que él perdió todo. Cuando en el desenlace se dió lo más cruel de un sólo evento, cuando en el matrimonio antes de consumarse se vió un sólo por qué desnudo donde el padre de Manuela halló a Cleo, cuando al casarse con Margarita sólo irrumpió en un mal deseo, un mal acto y un mal desliz, cuando en el albergue de su pobre corazón, sólo se vió un cometa de luz, un avance y un delirio tan delirante como el después de su casamiento. Cuando entra por la iglesia la novia llamada Margarita, vestida de un traje de novia hermoso elaborado con perlas y mucho canutillos, cuando en el desenlace se debió de automatizar en el reflejo de un espejo. Caminó por la entrada de la iglesia, cuando estaba y se encontraba el novio a la espera de la novia Margarita. Cuando se escuchó un disparo en la noche fría, densa y muy tenebrosa, había tempestad y delirio autónomo de enfríar la mala situación en saber que el delirio era tan delirante como el mismo calor que llevaba Cleo en la piel y más estaba tan nervioso que sus latidos palpitaban incontroladamente. Era el novio y por poco se hizo como el mismo ademán tan frío, como que la iglesia controló el deseo de la euforia de los presentes. Entró Margarita por la entrada de la iglesia y con ella, el desafío, la verdad tan impoluta, y el frío en la misma piel, cuando sintió el deseo de envenenar la sangre con el mismo alcohol en que Manuela embriaga su sangre y más, y caía rendida a su merced en aquella habitación donde guarda el más cruel y el más terrible de los secretos a viva voz. Cuando en la manera de automatizar el rencor, se debió de enredar la comarca y la comitiva de una boda bien elaborada y bien hecha al estilo épico. Y se sintió como nunca antes un novio nervioso con ímpetu de amar y sí que la amaba, pero, lo mataba el coraje de su mal acto antes de conocer el verdadero amor. El río y el suave final de correr huyendo por un mal acto, y un juego entre Manuela y él, Cleo. Y Margarita entró por la iglesia, y más entró por donde se vá el miedo y más, fue el desenlace de ver y de creer en la mentira impuesta por él, por Cleo. Y de sentir el coraje de ver y de creer en el amor a toda costa. Y Margarita con su esencia y con más, y con su virtud impoluta, adyacente y por un mal hombre, se debate entre la espera de esperar por el amor o por la verdad de su mal acto. Corrió la sangre a merced de la mala situación, de la venganza y del desafío entre la verdad oculta y la mentira a sabiendas de la verdad. Y Margarita entró por la iglesia y más, entró como toda diosa del mar y del amor, desatando la verdad, y fue todo creado, cuando el padre de Manuela halló y encontró a Cleo, en la hacienda de azúcar, y a punto de casarse con Margarita. Y entró por la iglesia y más por la misma eucaristía desatando un dolor, un calvario y una mala pasión. Cuando en el ocaso advirtió que la noche estaba fría como tan impoluta. Y Margarita entró por la iglesia, y más a ser la novia perfecta y predilecta desatando una euforia en los presentes. Cuando en el combate de salvar a Margarita de las garras de Cleo, se dió un buen comienzo. Margarita entra por la iglesia cuando en el arte de naufragar se dió un mal final. Se desató una euforia tan clandestina como el mismo destino fugaz. Y la sangre corrió por el pasillo, y más por la iglesia y más por el vestido de novia de Margarita, cuando el padre de Manuela, entra por la iglesia de la mano de la novia siendo como el padre de Margarita y que la vá a entregar a su novio en la iglesia y perpetra un disparo, un sólo desafío, un sólo comienzo y un final sin precedente y una vindicta eminente. La sangre corrió y corrió el embarque que había huido por un río y haber conocido el amor dejando mancillada a Manuela. Y le propina un disparo en la noche y cae rendido y muerto.  



FIN



                                                 

                        



       

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de agosto de 2020 a las 00:19
  • Comentario del autor sobre el poema: Una novela corta alrededor de 7500 palabras.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 49
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