Amigo que no fuiste

A ti mi querido amigo, a ti que eres fulgor,

a ti renaciente desdicha,

a ti te corresponde una calada.

Dame de tu tabaco, queridísimo amigo,

para que las experiencias se esfumen

y así poder pasar las alegrías infusas.

Alguien más nos ha mandado a coser,

somos su hechura, ha mandado la agitación

de las masas,

de los muchachos, mancebos, gitanos, indios,

todos fueron nuestra sobremesa.

Compartamos el bocadillo de la tarde

y un café en el bar de siempre.

Jamás me expliqué el engaño que te propiciaron

las aves migratorias y sus cantos,

a ti que eres músico de estirpe, sí, a ti mismo,

a ti que te marchaste con ellas,

a ti que me diste la estocada

cuando yo guardaba la inocencia

de las palomas.

Alguien más ha dispuesto la mesa,

amigo, y se ha dejado el pan,

el vino redunda, vaga en los copones.

Fuimos dos pusilánimes inexistentes

en la ciudad sin nombre, ni espacio,

en los ravales que quedaron vacíos después

de la expurgación y el destierro.

Dame de tu pipa amigo que nos queda,

nos queda subir al cielo de nuevo,

atisbar el crepúsculo en las buhardillas,

en los minaretes,

asistir a las bodas de los amigos.

A mi me queda renunciar a la mazonería

y comenzar la labor de olvidar

ninguna otra cosa que a ti que no fuiste.