Verte
En la tibieza del zaguán,
leyendo
a Kierkegaard,
arrellanada
Retrato de amor
Cuando sé que vendrás,
es un querer que vengas,
para verte, en verdad,
mas, cuánto quisiera
que ese momento no llegase jamás,
porque tu llegada
será el inicio de tu partida
Lo que llamamos amor
Nosotros que amamos el sentido
vemos en lo rojo de la rosa
la unión febril de los amantes,
pero esta es una rosa,
solo eso y nada más.
Basta probar uno de sus pétalos,
entendiendo que es rosa y no otra cosa,
y se siente el sabor entre dulce y amargo,
y me pregunto: no es, acaso, así, el amor.
¡Qué pensar!
Pienso en ella, es verdad,
o creo que mi pensamiento piensa en ella.
Incluso, no siendo así, lo importante es que estas son letras,
letras que, acaso, no lea, o, que, simplemente,
lea en ausencia mía, como si yo no existiera,
o fuera que ella pensara en quien verdaderamente ama
al leerlas, y, jamás, en quien las escribió.
Espiral
Cuando ya sé que tu distancia y la mía
es como la espiral de los caracoles,
tan incierta, dolorosa,
y cercana en breves segundos,
es que pienso
he aprendido a amar.
Volantín
Como un niño que va
tras el hilo del volantín
que ya no le pertenece,
así, yo corrí
para tomar
tu amor.
Locución del hijo menor
Madre, si tú la conocieras, Madre bella,
a la más amada, la luz de sus diademas,
el soplo emanando del olivo, es Minerva.
Madre, si tú la conocieras, Madre bella.
Porta delicadeza y dulzura de Helena.
Madre, Madre, si fuera como una sirena,
que habitara en los mares de la celeste Eva.
El baluarte, Madre, de la poesía, es Ella.
Sí, sí, si es como una cercanía serena,
Madre, sí tiene forma de cisne, de estela.
Es tanto o más hermosa que una estrella.
Madre, si conocieras, Madre, su belleza.
Habita la Virgen en tus campos de fresas,
en tus oraciones de Madre, de Madre bella.
Ora porque la vida fluya imperecedera.
Si conocieras, Madre, sus Ojos de Cera.
Madre, Madre, el sano primor de su presencia.
¿Adónde irá a dar esta gloria, Madre bella?
Madre, Madre, sí, sí, si tú la conocieras.
Sí, así es…, si tú, si tú la conocieras.
Mujer de los siete cielos
Ya no sé cómo llamarte,
ya no sé.
Isis, la gran Diosa Madre,
o la bárbara curva inaccesible,
morada de la aurora.
¡Oh! amiga invisible…
Ya no sé, ya no sé,
cómo llamarte.
- Autor: Pablo Veliz Bacigalupo ( Offline)
- Publicado: 28 de agosto de 2020 a las 21:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: bonifacio
Comentarios1
Bellísimo en todo.Si realmente la conociera tu madre ,diría lo mismo.
Boni
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