Yo nací una vez, un día
del año cuarenta y cinco
era jueves y de un brinco
correteé por Güinía.
En el campo yo crecía,
aprendí buenos modales
entre el monte y cafetales
junto al Escambray profundo
para enfrentar este mundo
bajo reglas paternales.
Y quince lustros después,
tantos años he cargado
que mi espalda se ha doblado
mirando el mundo al revés.
No hay molestias en mis pies
a pesar del tiempo adverso
todo lo veo en mi verso
que asoma al amanecer
y me encadena al placer
de abrir mi alma al universo.
Llega el domingo mi día
marcado en el calendario
no brindaré en solitario
aquí está la esposa mía.
Ella me trae alegría
en estado confinado
y puedo dejar de lado
ataques de soledad
para otra realidad
cuando estás acompañado.
Para festejar el día
de dolores no me aquejo
me alivia el bourbom añejo
que me queda todavía.
No tengo cerveza fría
ese brindis no me vale
solo quiero lo que sale
del pequeño hornito aquel:
el pollo asado, pastel
de nueces, almendra y miel.
5 de abril de 2020
- Autor: vateignoto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de agosto de 2020 a las 16:18
- Comentario del autor sobre el poema: Aunque nací y me crié entre repentistas, incluyendo a mi primer maestro, Don Pascual Delgado, me cuesta perfilar la décima. Estas las escribí en pleno confinamiento el día de mi cumpleaños. Se dio la feliz situación, al ser domingo, que mi esposa que trabaja interna de lunes a jueves impidió que celebrara en solitario.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Alberto Diago
Comentarios1
Un lujo leer tus décimas. Todo hilado desde el fondo a la forma.
Gracias por este regalo Edel.
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