Él camina por los acantilados sorteando la soledad que amenaza colgarse de su corazón impertérrita. Se esconde entre juncos y espía la luna, su luna, mi luna. Furtivo y fugitivo de la realidad que le pesa sin saberlo; mientras piensa en los atardeceres en la desnudez de ella, la diosa de su fantasía, la musa de sus quimeras y la nombra entre runas y cartas de tarot que jamás la ven de su mano.
En su oficina en las mañanas mientras el café lo acompaña y su taza besa su boca como si sus labios lo besaran tibiamente la busca en sitios de internet, en portales poéticos, en las canciones de Sabina y Serrat, en aquellas donde su nombre sabe a cielo como al Nano le sabe a hierba, y él percibe que ni en quinientas noches podrá arrancarla de su saliva, ni de su sexo inquieto que en esas quinientas noches clamará por ella
Intuye que vaga perdida entre metáforas amorosas, entre poemas eróticos, pero a veces, piensa que ella es solo un sueño, un loco espejismo, una demente invención de su necesidad de soñar, de huir de ese mundo estructural dónde se mueve por decisión propia y la educación que cargamos aquellos que nacimos cuando el mundo se manejaba con la razón y la obediencia debida a nuestros mayores, más que con los sueños y la rebeldía con la que hoy se mueve este anárquico mundo donde somos extranjeros.
Él siente inconscientemente que muere minuto a minuto, mientras su piel se convierte en mítico papiro sediento de aquella historia que es incapaz de escribir por miedo a enfrentarse a la gris realidad de que morirá de deseo en la monotonía horaria que lo tiene preso, sin emociones que lo alteren, convirtiéndolo en el robot perfecto que es y no asume.
Pero ella, la delirante que encendería su sangre y lo convertiría en ese hombre que alguna vez fue y añora, deambula en la oscura telaraña de la red buscándolo, con una única esperanza, que él, cosa sus alas y se aventure a volar tan alto como su corazón ansía y se atreva a dejar libre todos sus sueños mientras, que por él doblan sus campanas y su nombre en su lengua sabe a cielo mientras lo repite una, dos, tres veces con vehemencia y por su piel una ráfaga de fuego lo recorra anhelando morder esa boca que lo excita aún sin conocerla.
Ángela Grigera Moreno
Derechos Reservados
- Autor: Anngiels (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de septiembre de 2020 a las 17:55
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 70
- Usuarios favoritos de este poema: Yajaira Vargas, Pity21, Jorge Horacio Richino, Lualpri, WandaAngel
Comentarios2
Seguramente en muchísimo menos que diecinueve días, ese hombre enamorado dejaría los montes para recorrer el mar y descubrir los secretos de sus profundidades.
Me encantó tu escrito! Muy bello!
Recibe un fuerte abrazo, amiga!!!
Gracias Jorge por leer y comentar, son historias de una mente que vuela y muy alto, abrazo amigo
Bellisimo, querida Ángela.
Me encantó.
Cuídate mucho.
Abrazos
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