¿TE MOLESTA MI AMOR?
Por entonces
todavía se podía salvar al comandante
en el último suspiro.
Iba herido, sin piernas,
y en parte agonizaba sobre el pasto,
pero su puro ardía
como un cometa en medio de la noche
espesa de alambradas, la penúltima
antes del desembarco.
Y entonces, el comandante, todavía,
podía bracear, dar instrucciones,
con su pata de palo a la deriva.
Y todavía lanzaba las consignas
y los cambios
que el porvenir asumía con respeto,
todavía se cantaba a la alegría
y al futuro en todas las habitaciones.
“Estos años son el pasado del cielo”,
“Somos prehistoria
que tendrá el futuro”,
“La era está pariendo un corazón.”
El paraíso tan cercano
casi nos hacía cosquillas en los dedos
con el puño,
y nos ponía una sonrisa utópica, una sonrisa
científica sobre el jugoso labio
carmesí. No era en verano,
no en la playa, sino en el piso céntrico,
charlando y opinando, debatiendo
casi a punto de celebrar
el nuevo estado de excepción.
“Te molesta mi amor”,
cantaba ella en el aseo,
o en el rellano
o sobre el trozo de cocina todavía por fregar.
“Abre pecho a la muerte
y desdeña su suerte
por un tiempo mejor, ooor”.
Y ya el futuro llegaba
alborotando, transpirando, trepidando,
abriendo espacios al doblar la esquina,
“por quien merece amor”.
Los momentos se agrupaban de otro modo,
el profeta clamaba sin respeto.
Las claras claraboyas lo alumbraban
sin miedo al qué dirán.
Durante aquellos años
con frecuencia lloraban los malvados,
y los débiles no se asustaban
fácilmente. “Abre pecho
a la muerte. ¡El más enamorado!
Este amor aguerrido”.
Por entonces, el poeta vivía al lado.
El poeta profeta. Casi casi dormía
en el cuarto de estar.
Gaspar Jover Polo
- Autor: gaspar jover polo ( Offline)
- Publicado: 3 de septiembre de 2020 a las 12:35
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 109
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