A qué horas me volví viejo
No sé a que horas cruce la vida, las montañas y sus fronteras
Ni cómo, ni cuándo atravesé los pantanos y las cordilleras
Ya ni me acuerdo si surqué valles, llanuras y praderas
Si crucé ríos y aguas de mares, en embarcaciones frágiles me perdiera
Ni de mis versos y poesías, que una vez por allá no sé cuándo escribiera
Ni de las ocurrencias, que mi lánguida mente entendiera
O de aquellos amores de sus mieles y placeres consiguiera
Ya ni me acuerdo, si estoy vivo o en fantasmas y miedos, me convirtiera
No sé a qué horas, se me hundieron los pies en las ardientes arenas
Ni a que horas me diste la pócima de amor, que a estas alturas me envenenas
Ya ni me acuerdo del guacamole, con el que embadurnaba las empanadas y las rellenas
De aquellas fiestas, de sus bailes que agotaban de sudores las faenas
Ni a qué horas llegaba la abeja, a procesar la miel en la colmena
Menos, acordarme de pandemias, que cercenaron mis libertades en cuarentenas
No sé a qué horas me inunde de pecas y canas, totalmente flácido y arrugado
Si paso desapercibido, solitario, ni en las sombras, ni por nadie recordado
Me siento viejo, cansado, los achaques son crueles y demasiados
Nadie me determina y mis gritos no tienen eco, ni son escuchados
Lo hermoso del ayer, los llevo en mi alma, los demás se han marchado
Los amigos se han esfumado y por nadie soy preguntado, ni extrañado
Los amores se secaron y hoy son emociones imaginados
Ya no hay lágrimas, ni llantos, todo ha concluido, sin haber comenzado
No sé a qué horas, los placeres se volvieron vanos sin chispas por encender
No sé a qué horas, me volví viejo y el cuerpo tiende a esconder
No sé a qué horas, mi corazón dejó de amar y de pretender satisfacer
No sé a qué horas el alcohol y las cervezas, se dejaron de beber y de enloquecer
No sé a qué horas, la mujer amada se marchó rauda con su valija al atardecer
No sé quién contará mis anécdotas, ni a quién estremecer
Ya me siento cansado, ojeroso, solitario y meditabundo
Gocé la vida de placeres, de amores, de mujeres con ardores y fervores profundos
Reconozco que estoy viejo, le doy gracias a Dios, de mis estertores de nauseabundos
Hermosa y placentera existencia y del más allá ya estoy muerto y moribundo
“Joreman” Jorge Enrique mantilla – Bucaramanga sep 04-2020
- Autor: Joreman (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de septiembre de 2020 a las 13:27
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Johanny de Jesus
Comentarios3
Bella sintaxis de la vida!
Saludos..
Es hermoso, muy real. Felicidades
Interesante Introspección. Escribir es una forma de acallar los ecos que llevamos dentro; escribir es una catarsis para el alma. Como decía Emil Ciorán: "Escribir es una forma de vaciarse en sí mismo. Es una liberación. De lo contrario, lo que llevas dentro se convertiría en un complejo".
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