Y en ese río Grío fue donde se escribió tatuadamente en sus brazos derechos la frase o el lema o el epitafio, ambos, tanto Johnny y “El Tosco”. Cuando Elliot P., cruzó la calle después del río Grío, se encontró con el presunto asesino de Johnny, lo vió y le preguntó que quién lo había matado así, si fue la revolución de la “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”, o fue alguien más que tuvo un altercado personal con él, con Johnny. “El Tosco”, no dijo nada, sólo que Elliot P., miró el tatuaje en que finalizaba la frase o lema o epitafio más escandaloso del momento. Y que supuestamente terminaba así, “...nunca habrá paz...”, y se dijo que ¿por qué creyó que terminaba así?, si él era un revolucionario o un terrible mercenario que sólo quería luchar y pelear por su propia libertad. Cuando en el alma se dejó un sólo tiempo y un sólo unísono de voz, y se dió lo que más un sólo combate y sí, fue tan real como la manera de luchar a puño y a espada.
Y sí que lo sabe que en el desierto del aquel río llamado Grío, se debió de atraer un frío combate en poder creer que el desafío era autónomo en saber discernir un mal final presagiando el finalizar en saber que el destino era tan incierto como poder descifrar un tatuaje de verdad. Y sí, que lo era cuando en el desafío, se electrizó su forma de ver y de sentir cuando en el tatuaje sólo se escribió la verdad. Y sí, que lo descubre, era el tatuaje de Johnny, el que siempre pedía paz, pero, que prefería la guerra para obtener su más preciada libertad. El que siempre pedía libertad y sólo había revolución para obtener la mayor riqueza de su propio instinto macho y tan salvaje. Cuando en el ámbito celeste se dió lo que más se dió, una crudeza extrema en luchar por su propia libertad. Y más por la envergadura que poseía esa más cruel libertad, cuando en el propio y tan distinto instinto se debió de automatizar la espera, de esperar algo de la mano de Dios. Cuando en el capricho se edificó la vil y cruda realidad de solventar lo que más se dió en el combate de esperar por la libertad autónoma. En saber que el delirio es frío como lo vil del destino. Cuando en el cuerpo yace lo que más se quería saber acerca de ese cruel tatuaje. Y fue “El Tosco”, el que le propinó senda golpiza, y lo dejó mal inconsciente y casi maltrecho entre las aguas dulces y caudalosas de ese río llamado Grío. Y se dió un frío combate y se creyó todo el mundo que la “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”, había comenzado a pelar y a luchar, pero, no, con el hombre que Johnny peleó fue con “El Tosco”, y todo por querer ser el mando de todo en la “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”. Ganaba buen dinero a pesar de irrumper en su camino la cruel opresión de la raza primitiva de los Humdreitos, y ellos, los de la raza primitiva se electrizó su forma de ver y de sentir cuando en el combate de sublevar el deseo se dió lo que más un mal infundado en querer algo que no se podía tener por la fuerza opresiva del mismo gobierno. No hubo “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”, sino un vil y un cruel asesinato cerca del río Grío, cuando se tatuó en sus brazos derechos la frase o lema o el gran epitafio que decía así, “Si los guerreros van a la guerra… nunca habrá paz”, y la paz ¿qué era la paz?, si el destino fue y será como un torbellino real y un maremoto en que hubo tantos estragos que nunca pudo ser igual nada ni todo. Cuando en el tiempo y con él, Elliot P., descubrió lo que descifró el mensaje del tatuaje en su brazo derecho, mientras que el occiso yá perfiló la muerte misma. Cuando en el alma, sólo en el alma, se debatió de una sola espera, y en una mala insolvencia, cuando en el alma sólo se entristeció un mal combate cuando en el suelo cayó Johnny, perpetrado por una mala contienda y por un mal altercado entre Johnny y “El Tosco”. Cuando en el abrir y cerrar de ojos, se identificó un mal descontrol por una bella libertad, la cual, estaba muy lejos de la pura realidad, y como un mal acto dentro de la cobarde acción de pelear algo inherente y tan abstracto como era una libertad entre los barrotes de hierro. Cuando en aquel río Grío, se debió de hacer un bello desenlace, en el cual, no debió de habe sido asesinado Johnny por “El Tosco”. Cuando en el interior se debió de creer en el ocaso dentro de el mismo ocaso, cuando muere Johnny cerca del río Grío. Y Elliot P., al cruzar el río Grío y la calle rural en el pueblo El Prime, miró el tatuaje en el brazo derecho de “El Tosco”, y supo, que era él, el asesino de Johnny. Y todo porque el tatuaje lo identificó como el siguiente que vá a morir en el combate de la “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”, cuando otro le hiciera lo mismo a él. Cuando en el combate se hiciera una oscura desolación, cuando en el río Grío, lo identificó como el presunto asesino de Johnny y todo porque era él el que continuaba con el tatuaje en el brazo derecho. Cuando en el instante se debió de automatizar en la espera de proseguir un triunfo en obtener la libertad y más el poder del gobierno absolutista. Se distinguió de los demás, y lo leyó, al tatuaje que decía así… “nunca habrá paz…”. Y él, Johnny fue un único revolucionario y mercenario de la vida misma y más de la “Mansedumbre Revolucionaria del ‘75”. Eran un conjunto de hombres revolucionarios, pero, mansos y tranquilos en que sólo querían obtener la pureza de la cruel libertad, pero, el ocaso se enfrío de verdad en tiempo y en muerte de un sólo reo en que solo quería libertad y libertar a su pueblo de la opresión de los Humdreitos. Cuando en el desastre de ver el cielo de gris tormenta sólo se identificó la forma exacta de ver el cielo de forma provista. Cuando él Elliot P. le preguntó acerca de Johnny, el cual, él “El Tosco”, le respondió con un “no sé de él”. Cuando en el ámbito se dió lo más imposible de ver y de creer que en el río Grío, se dió lo más pèrnicioso de sus aguas dulces y termales y tan caudalosas. Cuando en el río Grío, se dió un cruce de ver el tatuaje en el brazo derecho de “El Tosco”, que decía así, “...nunca habrá paz…”. Un lema o una frase o un epitafio in extremis, el cual, lo que significó es que tenía y que poseía otros tres puntos suspensivos, o sea, que la frase o el lema lo que pretendía era continuar. Cuando en el final se dió lo que más se dió un mal desafío cuando en el ocaso brilló de un flavo color que dejó de observar el misterio del aquel tatuaje. Y se dijo para sí, que ¿qué continuará?, si “...nunca habrá paz...”, cuando en el trance se debió de creer que el descifrar no le quedaba más. Cuando en el desenlace se vió el crudo final de un tatuaje que continuaba, o sea, que el próximo que iba a morir era “El Tosco”, por manos de otro revolucionario sangriento, el cual, tenía la otra parte del mensaje más exquisito y exhuberante, cuando en el ocaso se dió el más cruel de los asesinatos en el río Grío. Cuando él quiso descifrar la frase o el lema que pretendía seguir en el tatuaje, y se dijo que “éste era el que seguía a ser asesinado”. Cuando en el río Grío vió a otro hombre que “El Tosco” había tatuado también, el cual, tenía otro tatuaje en su brazo derecho que decía “...si vas tú”. Ahí, terminó el tatuaje y él, Elliot P., no tuvo más recuerdos.
FIN
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de septiembre de 2020 a las 00:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
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