Con tonos de un pastel algo difuso
camino entre farolas ambarinas
en óleos remezclada y carboncillos
la glauca nitidez que tengo en vida.
Define, demacrada, mi horizonte
carente de baldosas amarillas
y tenues, melancólicos, y hastiados
presiento a mis confines sin salidas.
La tarde es incolora en sus destellos
y escuálida resulta su neblina
envuelta en claroscuros intangibles
flotando entre paisajes tenebristas.
Mis cuitas busco sólo contestarlas
perdiéndose por dónde se encaminan
y un vaho inexpugnable me rodea
hallándote, a mis ojos, extinguida.
Conformo un caballete de amargura
y lúgubre, su lienzo, me castiga
mostrándome, macabro, un esfumato
con trazos de mis súplicas y heridas.
Contienen mis matices de inquietudes,
siluetas de tinieblas mortecinas,
borrosas, sin piedad, y amortajando,
a todos mis pinceles sin pupilas.
Opacas, tras marcharte, me avasallan
quedándome sin musa ni inventiva
poniendo en mis latidos, desde entonces,
estampas que, a mi amor, lo difuminan.
En épocas lejanas tú me amaste
trayéndome acuarelas de delicias
y al irte, este despojo, de mí, queda
deshecho en un borrón de mil astillas.
Contigo dibujé mis propios frescos,
capillas de basílicas sixtinas,
cascotes que cayeron derrumbados
sin pausa, fulminantes, y deprisa.
La musa y el pintor fuimos actores
de todo lo que ahora, cruel, me asfixia,
los dos interpretando, mutuamente,
pasiones sin telón ni bambalinas.
Mis lágrimas, aún, mojadas siguen
llevando a mi paleta su agonía
sin ti, con sus colores, destiñendo…
…la imagen de tu adiós y tu partida.
- Autor: SCARAMOUCHE (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de septiembre de 2020 a las 10:36
- Categoría: Triste
- Lecturas: 42
- Usuarios favoritos de este poema: Willie Moreno
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