Sargazo y barro

Alberto Escobar

 

Ten cuidado con lo que miras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto que describo es un sucedáneo de la lluvia de Guernica,
de Hirosima, de Cabra, y de tantos otros nefastos escenarios
donde el horror horadó ad aeternum la conciencia histórica
de tantos pueblos, de tantos seres que atónitos, con miles de
muecas brotando de sus rostros y a la postre grabadas en el cutis,
fueron masacrados de castigo por un "venerable" dios, que tuvo
a bien derramarles el pecado original como aceite hirviendo
sobre sus maltrechos cuerpos.
Es el aroma de un jabón que cual perla en su concha desprende
para eclipsar cualquier hedor, cualquier atrevimiento que ose sacar
pecho frente al orden psicológico establecido, al estatu quo impuesto
a fuego lento desde que las primeras luces hirieron tus pupilas.
Hablo de ese goteo constante de idas y venidas; destellos que tratan
de allanar cualquier desnivel que el camino de la vida describa en su
devanarse diario.
Hablo de las olas que siguiendo las rutas neurálgicas de ese tu cielo,
aquel que encierra tu cráneo, llegan a tu conciencia para que apliques
aquello que conviene a tu danzar cotidiano.
Hablo de los pensamientos que te vienen cuando vas contramano,
y que persisten con la esperanza de que desvíes la senda, de que si
te agachas a lo que ordenan te organizarán una fiesta de endorfinas,
cuando es lo contrario.
Hablo de los pensamientos que emisarios de la mente intentan que no
le hagas trabajar en vano, que no le quiebres la cabeza...

A modo de apostilla doy paso a unos pequeños versos.

Tienes creencias en las que no crees,
tienes riendas que apenas gobiernas
porque el caballo de cuyo cuello pende
no posees, de él no dependes,
te viene dado por un mayoral
del que no cuentas paradero,
un lodazal de intrincado barro
en el que moverte no puedes,
del que zafarte sueñas
hasta ser tú mismo, y no otro.
Quieres ser libre, sin cadenas.
Quieres ser tú, y tus defectos.
Pon coraza a esos pensamientos.
                  No son tuyos, son puestos.

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de septiembre de 2020 a las 14:56
  • Comentario del autor sobre el poema: Cuando la mente te hace de jinete y tu alazán se encabrita.
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 10
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Comentarios +

Comentarios1

  • ..........................

    Tener cuidado con lo que se mira, no desviar la senda; qué bien dicho, poeta. Todo un tratado sobre la libertad, las cadenas impuestas a los pensamientos a los que no les ponemos coraza. Excelente, para reflexionar y volver a leerlo.

    "Hablo de las olas que siguiendo las rutas neurálgicas de ese tu cielo,
    aquel que encierra tu cráneo, llegan a tu conciencia para que apliques
    aquello que conviene a tu danzar cotidiano.
    Hablo de los pensamientos que te vienen cuando vas contramano,
    y que persisten con la esperanza de que desvíes la senda, de que si
    te agachas a lo que ordenan te organizarán una fiesta de endorfinas,
    cuando es lo contrario.
    Hablo de los pensamientos que emisarios de la mente intentan que no
    le hagas trabajar en vano, que no le quiebres la cabeza..."

    • Alberto Escobar

      ¡Quién no ha vivido lo que expreso en este escrito! Cuando se habla de las imposiciones de esta sociedad sobre nuestra libertad no podemos citar a nadie en particular, sino a esos pensamientos que nuestras creencias, que se empiezan a arraigar desde que nacemos, nos envía contra nuestra tranquilidad como moscas cojoneras de burro. La libertad de la que hablan los poetas no existe por esto que refiero, solo podemos aspirar a aprovechar los cada vez menores márgenes que nos deja este asedio de mensajes. Solo nos queda, a traves de la conciencia, luchar contra ello con el conocimiento y la rebeldía militante.



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