**~Novela Corta - Aquel Invierno Álgido - Parte IV~**

Zoraya M. Rodríguez

David Andrés le recorrió por todo el cuerpo ansiedad, primor, juventud y pasión. Cuando lo mira a los ojos hubo fuego clandestino, sosegado, tranquilo e inocuo. Cuando en la seriedad del alma se abasteció de inalterada calma. Sus nervios de punta y su mirada en los ojos de él, de David Andrés. Cuando en la comarca de la comitiva de rosas, si era el 1955 el año más tenebroso, más frío y más gélido de los tiempos si era el invierno más frío y más álgido y quedó como el final de una tormenta llena de pasiones. Cuando en el ritmo de la vida misma se alteró la osadía y más, la aventura de embarcar un nuevo comienzo entre los brazos de David Andrés. Clavó sus ojos en la mirada del joven, y quiso lo que nunca un tiempo, y un amor y una gran pasión al lado de ese hombre, el cual, amó y con todo amor y más en el corazón dejando caer en él, los latidos más fuertes del amor que se profesó. Cuando en la manera de amar quedó asombrado y más en el tiempo y en el ocaso frío un desnudo de ojo, de mirar, de pasión clara y de asombro por ver al amor de su corazón, del cual, se enamoró, ella, Augusta de la Paz, en contra de su propia voluntad dejando inerte el corazón e inmóvil de deseos quedó atemorizada de espantos y de ansiedades nuevas. Deleitando el más desprecio de los momentos cuando ocurrió el más nefasto de los tiempos si cuando en el aire sólo sopló a su aroma favorita el de rosas, fue tan frívolo el destino, que sólo socavó en una manera de ver el cielo de azul y de la manera de un sólo ocaso de frío deseo, como aquel invierno álgido que atrapó al pueblito de El Chuldre. Cuando se quedaron mirando ojo con ojo, cuando en el frío se sintió un sólo gélido deseo, cuando en la aventura se proliferan un comienzo de luz en el alma desatando un frío entre ambos, pero, con un calor muy tenebroso en querer amar lo que más sucedió cuando se amó más y se sintió más en el calor dentro de la misma piel. Cuando en el coraje se identificó más a la piel de un mismo calor sobre la indumentaria del vestido de Augusta de la Paz. Cuando entre aquellos escaparates de la tienda veía a la porcelana de cerámica, Augusta de la Paz, como su primor y su más fiel juventud entre aquel expositor de la tienda. Cuando en el juego del amor, se debió de atraer una buena situación y de una buena interpretación del amor a cuestas de la razón. Cuando en el suceso se abrió la nieve en poder creer en el amor a toda costa. Cuando en el alma se abrió de una luz en que el desafío se identificó como el primer amor de Augusta de la Paz y sí, era David Andrés. Cuando en el instinto y el capricho se amó como joven de escuela, y tan enamorada como una fría adolescente, la cual, sólo quería amar y saber lo que era el amor de un buen hombre y más a su lado. Cuando, de pronto, ella no dijo nada, ni tan siquiera un hola o una presentación de su persona, sino que calló todo el tiempo, y ni un saludo le dijo al joven que detrás de ella caminó por toda la tienda. Cuando en el juego del amor se debió de amarrar a la ternura y a la pasión dentro del mismo corazón, cuando en la osadía se llenó en privar el amor en el mismo coraje del corazón. Cuando él quiso despedirse de ella, del amor y de la  situación y sin saber que quedaría tan enamorado de Augusta de la Paz, sólo quiso saber una verdad que sentía el amor más profundo del momento y por siempre. 

Si Alejandro de la Paz, y no halló a Augusta de la Paz si la buscó en la casa del pueblito El Chuldre. Su padre fue y será su piloto y su timón a ser la más hacendosa muchacha de la comarca y del pueblo El Chuldre. Aunque él, Alejando de la Paz, tenía negocios turbios lo que le pasó fue un frío destino como aquel invierno álgido entre su piel blanca. Cuando en el alma fue lo que más se petrificó en el cielo o en el alma dentro del mismo cuerpo. Y se derrumbó más cuando en el alma se intensificó más como la fuerza dentro del mismo corazón una debilidad tan funesta. Cuando en su trabajo se intensificó más el cruel desenlace cuando no vió el final, sino un mal comienzo. Cuando en sus negocios turbios decidieron amarrarlo por mucho tiempo. Cuando en el alma de él, sólo la sintió como un un relámpago nocturno o una luz sin brillo dentro de su cuerpo. Sin poder detener la debilidad de un padre en la fortaleza de echar hacia adelante a una familia. Cuando el padre de Augusta de la Paz, se aferró al sueño y al deseo de ver el cielo sin tormenta, y sin amar quedó buscando una fría alternativa de ver a sus negocios prosperar. Y en querer amar a sus hijas, quedó solo y sin más furia que la misma soledad. Cuando sus fuerzas se debilitaron a gran escala, y a gran sorpresa. Cuando en la misma mala suerte se vió alterado su propio corazón, cuando se enfrió su más terrible de las suertes. Y fue casi caer preso. Cuando sus negocios intuyeron un mal desliz. Y un mal comienzo cuando en el aire socavó muy dentro y del alma. Cuando en la mala suerte se debió de enredar un sólo delirio, y un frío cruel en aquel invierno álgido y tan frío y tormentoso en que se enfrío la piel de Alejandro de la Paz, con sus negocios sucios.    

 

Continuará…………………………………………………………………………………………..          

                                   

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de septiembre de 2020 a las 00:02
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 26
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