ESPERANZA...DESEO. SUMA DIFICIL.

Casi,

por aquello de la corta diferencia,

casi te tengo y no dispongo de ti.

Como tener una tienda

de estanterías vacías.

Antes de aquel corazón abierto,

no lo digas...

había palabras que nos consumían

y ahora que mordí la miel de tus labios

siento las médulas del deseo trepar

por mis domicilios.

Conozco tus labios

y también conozco la inclinación

de tu cuello dejándote ir.

Y se abren flores, macetas de colores

en los margenes de esta escalera

que es espiral de caballos desbocados

hacia las aguas en donde te rememoro.

Esta mi casa a cada paso

llena de un trofeo.

Transcurro los pasillos,

los túneles de cerezos de flor ansiada

y siento pérdida, olvido,

necesidad de extensiones como tus labios.

Casi tuve tu piel en mis manos.

Como veranos extensos

y ferrocarriles con destino.

Transitaron las regiones de la permanencia,

la geografía de tus sombras ocultas

y un azul de cielos masculinos

nombraron tu nombre como un código

de dedos y cargamentos y tormentos

y una arena interminable se iba por tu nombre.

Figuras interminables de mi pensamiento.

¿Sabes?

En aquellos vaivenes de curvas interminables

sentí el ímpetu de los molinos que cantan y muelen.

Van en las tres primeras estrofas el principio de un deseo,

y allí también va tu nombre:

tres que son tres y el cuarto nada pinta.

No hay colores en la paleta

solo tristes aceites mezclados

o aguas mordidas por una lluvia tenaz.

Me dejaste un asalto en el océano de tu piel

y en mis labios la seducida forma de un amor cercano.

Te pintabas con esos trazos palpitantes tus labios para derretir

los acontecimientos de mis deseos.

Ya ves, estoy en el domicilio donde sangro las uvas

y el mosto es vinagre rodeado

y las bodegas son lodos

y cornisas sin paisaje

y lacerantes imperios de espadas trasnochadas.

Donde el vino prensado del deseo

me cuenta las horas de la venidera borrachera.

Y me voy a la cama con una botella vacía por tu culpa.

Me acompaña un ángel que no llamé

y un luto que no me queda bien.

Para dormirme contaré los besos

que debería darte.

Tarde dormiré.