La mujer que conozco...

La mujer que conozco,

no le gusta escribir sobre ella misma,

porque no es común,

según ella, 

puede parecer un acto de arrogancia y de egocentrismo,

pero piensa que no hay nada mejor,

que buscar entre líneas lo que no se puede decir.

 

A la mujer que conozco,

Si le preguntan quién es,

no sabría responder,

sin antes haber usado 

las frases cliché, como: la profesión, la edad y un par de metas.

Es un resumen vacuo, 

del cual no hay casi nada de eso en ella.

 

A esa mujer que conozco,

le gusta cantar, el universo,

la pizza y cocinar.

Lo común y lo superfluo

de la existencia misma.

 

La mujer que conozco, 

suele ser fotogénica y graciosa,

cautiva e inquieta en secreto,

y que basta una foto suya,

para distinguirla rápidamente.

 

La mujer que conozco es una rareza

que hipnotiza, pero no sabe cómo.

Derrocha un aura de sensualidad,

pero no sabe desde cuándo.

Aunque se ha notado más desde que,

sale a bailar con sus amigos.

 

Cuando sonríe,

la mujer que conozco, 

no solo deja ver sus perlados dientes,

también transmite una juventud,

que es irremediable y contagiosa.

 

Esa mujer que conozco,

ríe fuerte,

y no le importa quien la escuche,

ni que la intenten callar,

porque igual se divertirá siempre,

en soledad y con amigos.

 

Aunque, 

le gusta que la hagan reír, 

porque se siente guapa y espontánea.

porque eso adoran los hombres,

que se sienten atraídos por ella.

 

Esa mujer que conozco,

es tan simpática como inteligente,

la intuición es su arma más efectiva,

pocas veces, cae en el desacierto.

Es selectiva y determinada,

pero a veces le falla la voluntad, 

como a todas.

 

La mujer que conozco,

es la composición latina,

desde sus ojos oscuros y grandes

hasta sus labios carmesí,

desde su cuello corto y seductor,

hasta sus caderas movidas.

 

Cuando besa,

esa mujer que conozco,

lo convierte en una experiencia indeleble,

y lo ha logrado por medio del baile,

su hobbie más especial.

 

Esa mujer que conozco,

tiene unas curvas suaves y formadas,

que se insinúan aun con prendas holgadas, 

de colores otoñales y primaverales.

 

Esa mujer que conozco,

no la conocen en la intimidad,

pero se desinhibe en besos furtivos e inocentes,

entre miradas traviesas y caricias cosquillosas.

 

Los ojos de la mujer que conozco,

hablan por sí solos,

son serios y coquetos,

pero lo último no lo sabía,

hasta que se lo hicieron saber,

y ella lo negaba con su mirada vivaz,

y comprometedora.

 

La mujer que conozco,

es un conjunto de alegría, de misterio y de romance,

que no todos son capaces de soportar,

cuando lo descubren en el lapso de unos encuentros,

solo huyen porque pueden quedar atrapados,

y es allí donde,

sin ser sutiles,

se alejan, la ignoran porque tienen miedo.

Entonces, ella solo sabe reír y verlos correr,

después de haber llorado lo suficiente,

porque sabe que, 

pueden pretender mucho o nada,

y que prefiere recordarlos, 

entre risas y anécdotas.

 

La mujer que conozco,

le gusta el compromiso,

pero entendió que no es con el primero,

que le promete hijos y un cielo,

sino con ese que quiere llamar siempre su atención,

que la quiere y se lo dice,

que la besa sin miedo,

que no la deja ir,

que le dedica canciones,

y que le pide que bailen toda la noche.

 

Sólo allí, es cuando ella se compromete,

la mujer que conozco,

porque reconoce que puede ser para siempre,

con todos los altibajos que la vida depare,

y pondrá todo de sí, 

para que todo fluya y sea como ella quiera,

para sentirse plena y hacerlo feliz.

 

Creo que jamás conoceré una mujer igual,

y si muere, la extrañaré 

porque es la más agradable,

la más sensible y juiciosa,

pero pocos reconocen la belleza fresca,

que todos lo suelen confundir,

con un lindo rostro y su personalidad,

pero no saben que es el brillo inefable de su ser.

 

Y,

aunque aún no haya sido correspondida,

no le importa,

porque a la postre,

se basta con ella misma,

porque esa mujer que conozco,

es como todas, 

es como yo.

 

KAB