Aquí me encuentro, delante de mí computadora tratando de recordar… leía por ahí en el encabezado del libro de los abrazos de Don Eduardo Galeano “Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón” Me acompaña una luz tenue, una suave lluvia y un profundo sentimiento de nostalgia que me acaricia el alma. Sonrío y agradezco el encuentro, que motivo volar a tan guardados recuerdos escondidos a la memoria , muñecas o juguetes que habían marcado mi niñez...en realidad ninguna muñeca ni juguete importante lo hizo, pero si, recuerdo nuestra higuera y me invade un intenso sentimiento… comienzan mis dedos al igual que mis pensamientos a lo que significo este árbol para mí y mis 5 hermanos. Nuestra Higuera era inmensa, con la mirada de la niñez donde todo se ve más grande, era tan inmensa como acogedora, tenía forma de protección, como manos que invitaban a jugar. Se podía transformar en una nave Espacial cuya capitana era Nelly, mi hermana mayor, los demás tripulantes íbamos cada uno en una rama bien agarraditos, al día siguiente éramos todo un ejército montados cada uno en sus respectivas ramas y ahí Osmar se trepaba a una rama más alta nombrándose el general que nos comandaba y ahí galopábamos felices como llegando al mismo cielo. Entre viajes y epopeyas mis hermanos mayores fueron creciendo, dejando un poco a un lado a nuestra querida amiga, pero ahí seguía nuestra higuera a nuestra orden, recuerdo lo feliz que me había puesto cuando en la escuela, nos habían mandado aprender la poesía de la higuera de Juana de Ibarbourou a partir de ahí cada vez que pasaba a su lado le decía lo hermosa que era. Me parece estar viendo a mi melly y yo sentadas en la rama más gruesa que hacía de escenario cantando distintas canciones, desde la canción del folklore que se llamaba Rio de los pájaros, pasando por Chiquitita de Abba y cuando nos escuchaba mi papa pedía (a título de público) que le cantáramos Ohhh mi papá yo siempre así repetiré, ohhh mi Papa, jamás te olvidare…escribo y las lágrimas fluyen de mis ojos, como fluyen las gotas de lluvia sobre el techo de la casa. Pasaron los años y los hijos nos fuimos casando y yéndonos de la casa, pero allí quedaba la higuera, se fue nuestra mamita, pero allí estaba la higuera como acompañando al viejo haciéndolo renegar en los otoños llenándole el patio de hojas, renegaba con las hojas de la higuera, como añorando cuando renegaba con nosotros, a veces pienso que había una conexión especial entre ambos. Cuando llego la hora de partir a mi viejito, recuerdo llorar mucho sentada en el tronco que ya no era tan alto como lo veían mis ojos de niña y estaba ofreciéndome sus ramas como queriendo abrazarme para llorar juntas. Ahí va mi recuerdo al más bello juguete que jamás pude haber tenido, Cierro mis ojos, suspiro profundo y me abandono a este momento mágico que quiero compartir mientras afuera cae la lluvia y el viento revolotea para todo lados a los árboles que mi marido y yo plantamos y hoy nos regalan sus frutos, tenemos pomelo, naranjo, durazno, ciruelo y un hermoso cerezo que es mi favorito, pero higuera, higuera no… ella es la única que quiero que habite en mi memoria. Miriadas
Comentarios3
Que bonita narración.
Me has hecho retrotraerme en el tiempo hasta verme enfocado precisamente arriba de mi higuera y así como tú y la tuya, inmensidad de muy felices recuerdos llegan a mi mente.
Gracias sinceras, querida poeta.
Ten una vida desbordante de dicha, salud y felicidad!
Con interés me deslicé por tus letras entre la nostalgia y el presente,la higuera es la representación de los árboles de aquellos pequeños que más de una vez se jugaba bajo su amparo natural.
Me gusto viajar en en tu nave espacial.
Un saludo cariñoso.
Me encantó tu devolución, y mas me gustó el haber compartido tan mágica vivencia, abrazos
Muchas gracias a vos. Sobre todo por subirte a la imaginación, saludos cordiales
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