Nací para ser silencio,
una aguja en la ropa,
un gris estropeado y con náuseas,
otra nada en la nada;
un desaparecido sin noticia
con la esquela en su propia ausencia,
la estupidez sin voz, la voz en un puño.
Qué son, entonces, todos estos gritos,
el ruido incesante de los pestañeos,
esas miradas descargando su munición,
disparando volcanes y lástima,
siempre desde la superficie hacia la superficie,
con el terror a entrar y conocer
reafirmándose en su propio nadie
por nadie.
Qué son los gritos, entonces, en el vacío
donde no podrán avanzar.
Comentarios2
Muy bonito.
Abrazo
¡Muchas gracias!
Un saludo.
TODOS LOS DIAS NACEMOS Y TODOS LOS DIAS MORIMOS...
PARA VOLVER A NACER.
¡Gracias por tu comentario!
Un saludo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.