Si me preguntas qué es, no lo sé,
pero si no me lo preguntas lo sé.
Supongo que es amor, no lo sé.
Esta mañana, herido por el trinar
de la alondra, temprano al alba
no podía dejar de pensar.
Ese decir de tus ojos
no daba pábulo a la calma.
Una alondra, solitaria de corazón,
se me posó en el brazo,
yo la invité a la palma de la mano
para darle cabida en mi seno.
Me dijo que esperara,
que volviera a la fuente
donde me asomé y vi su efigie.
Eso hice, ya con el sol decayendo
al horizonte.
El agua ya estaba fría, el corazón ardiente.
Me prosterné sobre el limo de la ribera,
me mancillé de su untuosidad vana,
y me miré en el espejo cristalino
que yacía debajo, y te ví, clara y rotunda...
Sumergí la mano para hacer de mí presa,
y de ti, pero no hallé más que desolación.
Un estrépito de vanidad se desató sobre mi rostro,
la completitud de flora y fauna que de belleza
encantados acudían, pusieron pies en polvorosa.
Quedé exhausto de agua hasta la asfixia,
y tú no estabas...
Qué desencanto el mío.
Ahora, con la alondra comiendo de mi mano,
yago pensando y escarmentado, con las ínflulas
navegando al son de unos vientos lejanos.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de octubre de 2020 a las 06:32
- Comentario del autor sobre el poema: La vanagloria solo sirve para distraernos de lo importante.
- Categoría: Fábula
- Lecturas: 58
- Usuarios favoritos de este poema: Nuria de espinosa, Texi, Ellie Woonlon
Comentarios2
El desamor siempre duele y nos lleva por caminos inciertos.
Un placer leerte. Abrazos
Así es. Un saludo Nuria
Lo he leído varias veces, porque me encanta esa sublime nostalgia que trae tu hermoso poema. "Si me preguntas qué es, no lo sé,
pero si no me lo preguntas lo sé."- Juego de palabras que pone en contexto todo el poema.
"Una alondra, solitaria de corazón,
se me posó en el brazo,
yo la invité a la palma de la mano
para darle cabida en mi seno.
Me dijo que esperara,
que volviera a la fuente
donde me asomé y vi su efigie."
Este bello verso me hace preguntarme, si solo es un espejismo, una imagen del corazón.
Me ha encantado tu etéreo, sutil, incorporeo, magnífico poema.
Eso intentaba precisamente. Un abrazo Lucía.
Ese juego de palabras no es mío, es de San Agustín.
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