Son fuertes, hermano mío, nuestros lazos
Un mismo vientre y los mismos pechos
¿Desde cuando nos conocemos? ¡Desde el inicio!
Desde las edades irreflexivas e intranquilas.
Yo te abrazo, hoy, como al aire que respiro,
Como el agua fresca que sacia mi sed;
Somos sementeras en la misma huerta,
Racimos del mismo humilde sarmiento.
Tu corazón late cual paloma migratoria
Y el mío con vista de gavillan te acecha
Desde tus primeros e inseguros pasos
Hasta la última gota de mi postrera lágrima.
Te siento, tan lejano a veces, esquivo,
Fugitivo de motivos que no son tuyos,
De confines que no acercan distancias
Y sin que lo percibas, igual te mimo .
Eres el último atardecer de nuestros padres
El bastón de alguna herida, el compañero,
El dueño de los sueños, que una vez contamos
Socio del mismo cuarto y del cafecito mañanero.
Sé que recuerdas esos bellos momentos,
Señor del juego de pelota con desvalida tusa,
Belitre confidente de la “jueza municipal”
Herencia del café, del mango y las naranjas.
Eligió tu paso el camino del viento del sur,
Y mi rumbo siempre norte mantiene su curso,
Las paredes me comen las palabras,
Te abrazo, una y otra vez, como siempre.
Y sé que en la infinitud de la vida,
Nuestro pensamiento crea nuestro futuro,
Y el tuyo es fuerte como ráfaga de huracán,
Como amo y señor puedes redirigirlo.
En tu barca de proa a la recuperación,
El ciclón azuce la popa que acorte el trayecto
Y el heroico timonel de firme brazo
Sin novedad atracará en seguro puerto.
- Autor: vateignoto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de octubre de 2020 a las 04:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: jose S.W.
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