**~Novela Corta - El Llanto en la Carretera 234 - Parte I~**

ZMRS

Graciela hace un viaje de negocios y se dirige hacia la carretera 234. Ella, nunca pensó ni se imaginó que tendría un fatal accidente y más en esa carretera 234. Era la carretera más peligrosa del pueblo y la más fuerte, y todo, porque las demás carreteras se veían frágiles y casi muy débiles en estructuración. El pueblo era tan remoto y tan viejo que no le quedaba más que ser tan arcaico como la misma esencia en cada parecer. Ella, Graciela, se vió atrapada en esa carretera 234. Cuando en su propio destino se identificó como el pasaje más vivido de la historia tan real como tan verdadera. Graciela, hace negocios al importar y exportar productos de una marca reconocida en su pueblo. Negociando entre el extranjero y la ciudad nacional sus labores eran segregadas y eran como el tiempo, cuando menos tenías tiempo, tenías que laborar y hacer el trabajo. Sólo ella sentía una conmoción muy mala, si desde entonces, sólo quería hallar la más fuerza sin debilitar los momentos. Cuando en la carretera 234, se debió de alterar su espíritu y más la fuerte decadencia en hacer caer un solo accidente en su camino y más en su alma hacer caer la mala tentación y fría de un sólo siniestro tan cálido, pero, tan álgido. Y fue su manera de sentir el silencio, de saber del ocaso lleno de lluvia, y de una noche tan larga y extensa como el haber tenido un accidente en la carretera 234. En la cual, se llevó un alma y un espíritu dentro del aquel ocaso y dentro de aquella lluvia en aquella carretera 234. Cuando dió un sólo viraje y un ¡zás!, cayó en una terrible transición y en una conmoción inerte, fría y mal consecuente de haber caído en un fatal accidente. Chocó con una valla y con unos automóviles que venían en dirección contraria y con un camión destrozando a su auto y perforando con los cristales del auto a su rostro de mujer buena y la más de las bondadosas mujeres. Y bajó un ángel, en ese mismo instante cuando tuvo el accidente con todo. Un ángel llamado Pilulito, y era un ángel o un demonio, no se sabe, sólo se supo que casi muere en el acto entre aquellos escombros de aquel accidente fatal. 

 

Y ella, Graciela, sólo se fue al cielo, tan tranquila y con una paz sosegada y envidiada. Sólo se llevó un carisma y una buena presencia de ella misma marcando un sólo ritmo y una virtud como nadie más. Cuando ella, Graciela, sólo se debió de enfríar su exactitud, y su perecer, dentro de ella misma. Y el ángel Pilulito, sólo se llevó su esencia de mujer y más que eso, se llevó su alma vestida de blanco como la misma pureza del mismo color, su inerte pureza la llevó al cielo mismo desatando una ira o una mala gravedad del silencio, o como el mismo dolor esperando un sólo tiempo, y en el corazón un sólo latido. Y Pilulito dió con devorar su alteza y su mala racha en caer dentro de su propia alma como buscar un sólo tiempo en que el destino fuera frío como el mismo hielo. Como lo fue navegar por el mismo tiempo, o en ese mismo ocaso cuando la lluvia cayó del mismo cielo en esa carretera 234. Cuando en el solo corazón se debió de creer en el latir tan fuerte que dejó la muchacha del susto al accidentarse con la valla y con los automóviles de la vía contraria y con el camión que venía hacia ella en la misma dirección. Se debió de automatizar la espera cuando ella perpetró lo que más hubo en el tiempo, un sólo deceso, como occisa de un mal trayecto y de un mal accidente tan fatal que le dejó la vida en la misma muerte. Y halló lo que nunca, una reencarnación, o una salida, o un renacer o un revivir de aquella fría muerte. Cuando en el combate de ir y venir se alteró su mala osadía de ver el cielo por las nubes. Cuando en el carretera 234, se llevó un mal recuerdo, o una salida por todo hacia la reencarnación por aquel ángel llamado Pilulito. Y Graciela, revivió todo aquello que deforma y transforma cuando en el imperio de sus ojos, cayó una triste compañía, que quizás le arrebató la vida de la misma muerte. Cuando ella, sólo ella, Graciela, fue a morar con Cristo, el único salvador de la vida y más de la misma muerte. Cuando en aquella carretera 234, se debió de creer en la misma mala suerte que se creyó en un mágico desierto en saber que el destino cayó como un relámpago en el mismo cielo. Si cuando se electrizó su forma de ver el cielo cóncavo cayó una lluvia exorbitante de temores inciertos y de lluvia en frenesí. Cuando sólo el tiempo, destrozó y destruyó todo como si fuera una orbita lunar sin poder atrapar a un solo planeta. Cuando ella, Graciela, viajo sí, por el tiempo y más con el mismo viento, y reencarnó en una sola desesperación, en una sola ansiedad y miedo continuo, en no saber discernir entre la espera y la velocidad del mismo automóvil en que ella por inexperta e intransigente, se llevó una mala jugada de la vida y más del tiempo y del ocaso mismo en que caía una lluvia en frenesí. Cuando el mal desenlace o el final sin vida le cayó a Graciela como gota helada en el mismo cerebro. Sucumbiendo en un sólo desafío y un mal trance en caer en el mismo mal trayecto en esa carretera 234. Y Pilulito, allí, como en espera de ese mal accidente, o en caer en un mal desierto, o en un mal desconcierto en atraer la mala suerte a ella. Se dejó ver el cielo de gris tempestad cuando ella, Graciela, se intuyó en un mismo mal desconcierto de sinsabores cuando a la valla rebasó y cayó dormida, dejando inerte un terrible halo de un hado como en el mismo sol. Cuando petrificó la gran escala en saber que el destino se fue como llega. Cuando lía y lega la inexperta sabiduría en saber que el mal comienzo comienza a decaer cuando lía con fuerza y con descaro. Y era ella, Graciela, la que un día se llevó con ella toda buena vibra y buena sensación entre aquel automóvil y esa carretera 234. Y se fue como un ángel llega y se derrumba ante ella, dejando unas alas para que ella pudiera volar y echar alas que fortificaron su camino. Y dejó una mala sensación cuando ella debió de creer en el suspiro o en el respiro, dejando el aliento de vida hacia una muerte tan segura como la que a ella llegó y esperó por ella por tanto. Cuando logró desactivar todo su ser del mismo cuerpo, fue cuando no hubo tiempo para regresar atrás. Y fue en esa carretera 234, la cual, se llenó de una mala osada y de una vil atracción, cuando ella, Graciela, cayó rendida y tan dormida como aquella palabra en que sólo esperó por un mal recuerdo que la dejara reencarnar y revivir en toda una vida. Cuando salió de su hogar dejando una estela de sin sabor y tan amargo como la misma hiel, y tan dulce como el encomendarse a todo un Dios. Y cruzó la vida y más aquella muerte en que se debió de creer en el mal recuerdo cuando llegó a ella. 



Continuará……………………………………………………………………………………….                        

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de octubre de 2020 a las 00:02
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 39
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.