Debajo de la piel que habito esta él,
siniestro caminando siempre al frente;
es odio, es ira, es mi dolor;
miseria cual peste,
no tan ausente,
me sigue con fervor.
¡oh! cual delito,
¡oh! cual crimen,
creerte, creerme,
confié en lo que se me negó,
dentro de mi piel muy dentro,
habita lo que se me olvido;
es dolor, es odio, es mi ira con sabor.
A sales y fragancias,
que no son otorgadas sin autorización,
del arquetipo que domina,
dentro y fuera de lo que soy,
pues diré a usted mi señor,
hoy saco de mis entrañas,
mi fúnebre color.
Aquel que había perdido,
o quizás olvidado,
fúnebre no es marchito,
es seco, pero no es calmado,
refleja la mirada extraña,
de mi piel brillando frente a un sol.
Un sol, no es alegría,
un sol, es algo que arde;
me quema, me consume, me interrumpe;
golpeado frente a un piso marrón,
pero aun así reacciono;
por ti, por mí, por ellos;
porque está dentro y quema con pasión.
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