A mis cuarenta llegaste;
bienvenido a nuestro mundo,
y mi vida transformaste
en apenas un segundo.
Fue en una tarde de mayo
y con los años maduros,
sin intentar el ensayo
caminábamos seguros.
Te aúpo y cargo en mis brazos
al caerte de pequeño,
soy tu cómplice sin lazos
que aten, tu más caro sueño.
Soy leal a tu esperanza
no prevengo la caída,
que sin remedio me alcanza
por torpe y terco en la vida.
Al son que tocas he bailado,
hurgo y araño en tu torso,
sobre mis piernas sentado
en mi tiempo de reposo.
Fuiste conmigo a la playa
al río y presa a nadar,
¡conducir el coche raya
en lo óptimo a recordar!
En los deberes me avisas
y al tener que investigar,
me vacilas con tus risas
y rematas sin parar.
Hoy yo escondo previsor
las migajas de tu tiempo,
y engullirlas al calor
de la dicha que contemplo.
Sobrio me replegaré,
discreto y con nuevos bríos,
tan solo me quedaré
entre los recuerdos míos.
Toca seguir el camino
cariñoso del abuelo,
como tú vas a hilar fino
se queda fuera el desvelo.
- Autor: vateignoto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de octubre de 2020 a las 19:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 55
- Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei
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