A las afueras del bar

Klore

La arena antes de cruzar te avisa

cambiando de color en la línea de agua.

Nos ha vuelto a tragar la marea.

Los estériles viajes en el tiempo no son más

que ilusiones de las estrellas burlonas,

desaparecidas ya en su propio polvo de roca.

Se mueve la noche vocalizando

un alfabeto incorregible

como un torrente estentóreo

que dice: "soy el lunes pasado y el anterior a ese,

soy de papel y de humo, soy de pared, soy de lamento.

Depende de cuándo me preguntes soy de tortura,

de ojos infinitos y aburridos.

Pero sobre todo soy de quietud, de inane quietud,

de puntiaguda quietud.

Soy una masturbación estúpida de madrugada.

Soy vaciarse de sentido".

Cómo hiela ahora el silencio que tanto buscaba,

el espacio del mundo comprimido en mi pecho

en mil suspiros que no abarcan la totalidad del vacío;

cisma orgánico entre los pulmones y el aire.

Quizás y quizás y quizás.

Adiós ola que vuelve y arrastra.

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