Recordando a mi perrita Nancy

Bruno Gatica

A veces la vida nos da hermosos regalos, como en el caso de Nancy, una perrita que, por casualidad, llegó a mi casa, era tan inocente, tan hermosa, sus ojos tan llenos de amor, juguetona como cualquier cachorro, parecía tan poco querida y era evidente, su pequeño cuerpo reflejaba las marcas de la tortura, tal vez el maltrato de sus dueños. Pero a pesar de todo ese sufrimiento, ella fue un amor, los días fueron pasando mientras iba conquistando mi corazón, por primera vez un ser me enseñó que no es necesario ser rico para ser feliz, y esto es lo que más le admiraba, en mi mente se guardarán esos maravillosos momentos en que ella me hizo compañía, cuando salía a la calle o en esas idas a la tienda, allí estaba, siempre mostrando su amor desinteresado. Uno de sus pasatiempos era que le hiciera cosquillas en la barriga, era un poco traviesa, ¡sí! pero su fidelidad la hacía única, incluso en su agonizante muerte me daba muestras de afecto, era un ejemplo de vida, aferrándose a la lucha. Su instinto de guardián le dio el impulso para continuar con la esperanza de quizás algún día superar esta tortura que la atormentaba, lo más doloroso fue ver como nos dejaba una gran lección, a pesar de este corto tiempo que pasó con nosotros, realmente nos amaba, sus pequeños ojos, esos ojos que hace unos días brillaban de alegría gracias al amor que le dábamos, hoy estaban llenos de tristeza. Hicimos todo, dos veterinarios la examinaron, el primero dijo que no era nada grave, que se recuperaría pronto, que era una infección leve, después de los medicamentos que le dieron, su estado empeoró, ya empezaba a perder las fuerzas, al día siguiente la llevamos al veterinario, le volvieron a dar vitaminas y medicamentos, al tercer día, ya mi amiga, mi fiel compañera había perdido completamente las fuerzas, pero aún así hicimos un último esfuerzo para llamar a otro veterinario; Su opinión era que mi pequeña Nancy había sido envenenada, le dio más medicina, dijo que con esto mejoraría un poco, todavía esperábamos salvarla, le dimos suero y comida con una jeringa, parecía ganar un poco de fuerza pero a pesar de todo, de pedirle que no nos dejara, no pudo resistir, sé que ahora es feliz en otro lugar, disfrutando de lo que debería haber sido su vida, el dolor que no merecía, pero así es como la gente sin corazón se las arregla para quitarle la vida a seres indefensos... Sólo espero que Dios me deje verla, aunque sea para decirle cuánto la amo.

 

Siempre te voy a llevar en mi pensamiento, mi bella Nancy, recibe mi amor donde quiera que estés. ¡Hasta pronto!

 

  • Autor: Bruno Gatica. (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de octubre de 2020 a las 21:59
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 41
  • Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei
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