Dejarte abandonada en el olvido fue inevitable,
aquí despierto ya sin alma y sin lágrimas,
con las manos crispadas, vacías e inmóviles,
solo en el mundo, solo como siempre.
Y los días fueron iguales, perpetuos, impenetrables,
noches eternas se alejaron hacia un pasado inútil,
nada en el mismo lugar bajo una luna inmóvil,
preguntas sin culpas se hicieron densas y perennes.
Un silencio escondido y agazapado en aquel tiempo.
¡Oh silencio tan fugaz e intrigante como nube negra!
Labios herméticos de mutismo bañando la soledad,
vagando entre la inocencia y un destino ya lapidario.
Huellas de recuerdos difusos se llevaron mis despojos,
el dolor ya agotado muere en su lento abandono,
lo que queda del llanto humedece mis pocos anhelos,
mientras mi alma te sepulta...en un olvido sin retorno.
Comentarios4
Y los días fueron iguales, perpetuos, impenetrables
genial amigo tu si que te luces, un placer muy grande el pasar por aquí
Gracias amigo por tus gentiles palabras.
Un abrazo para ti.
Muy bueno. Me gustó.
Gracias Pablo por compartir.
Un abrazo.
¡Mucha tristeza desbordan tus versos ... aun así, me encantó leerte!
Saludos y bendiciones
Nhylath
Es verdad amiga, pero la vida es así...poder escribirlo alivia un poco.
Un abrazo para ti.
Cuando se ama de veras, no se puede olvidar
Que estés bien, saludos.
Amiga María, sin duda, hay amores únicos, inolvidables y eternos.
Me alegra saber de ti.
Saludos gigante.
Y a mí, ver que estás aquí.
Saludos dobles
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