Bajo un viejo farol
de luz mortecina
que parecía,
en cualquier momento
dejar de brillar,
fue que la besé por primera vez,
un beso tímido,
casi casto,
que esperé tantos años
para poderlo dar.
Era una noche
con un cielo velado de gris,
un recuerdo tibio,
para un gélido mayo
de calles vacías
y árboles desnudos.
Bajo un viejo farol
de luz mortecina,
fue que probé el veneno de sus labios,
vino dulce a mi boca,
embriaguez, para los sentidos,
hiel para el alma
que bebe el olvido,
néctar de dioses,
ambosía del olimpo,
miel para el cuerpo,
el infierno a la líbido.
Bajo un viejo farol
de luz mortecina,
le di mi primer beso
a la que yo quería
y han pasado mil lunas
desde aquél día
y no he vuelto a verla
por las calles derdidas
y el gélido mayo
se hizo eterno en mis días.
Como fue que la hallé,
decirlo, no sabría;
ni a dónde iba,
ni de dónde venía.
No le pregunté su nombre,
tampoco dónde vivía,
no hacía falta,
desde mucho tiempo,
en silencio, la quería
y le di tan solo un beso
bajo un viejo farol
de luz mortecina.
-. PaR
Derechos Reservados
2810202
- Autor: Par (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de octubre de 2020 a las 04:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei, Alberto Diago
Comentarios3
tu si que eres genial querido amigo un gran trabajo el que realizas muy bueno, te mando un gran brazo querido amigo Pablo cuídate mucho
Muchísimas gracias. Son un honor para mi tus palabras
Ese farol fue testigo de muchas cosas.. Bellas tus letras Pablo. Afectuoso abrazo.
Muchas gracias. Muy amable
Un hermoso poema,me encanta.Saludos.
Es un honor. Muchas gracias
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