II
JERINGAS
11
Colores delirantes, moscas muertas,
es la demencia, la piedra se ríe,
locuras en el vuelo de las aves,
gritos de la Vieja, tocan la puerta,
el borracho sin cantina me insulta,
dolor en la piel, la mente despierta,
la gota de sangre, todo se oculta,
cansado, oscuridad, la noche llega,
me escondo en las sombras frías y quietas,
12
La señora siempre barre la calle,
refleja la muerte, ya ni saluda,
sin canto, sin aves, nada es como antes,
todo desaparece, ¡mi cabeza!
Venas descoloridas, ¡que se callen!
la ventana azul, las olas tan mudas,
una gota cae, la lluvia empieza,
cielo de otoño, la garganta seca,
vergüenza en el rostro, quiero volar,
algo terrible se esconde, respira,
licor, cigarrillo, quiero salir,
tengo miedo, frío, temblor en mi alma,
soy un recuerdo, ¡Dios, todos me olvidan!
13
La fiebre, pasajeros marginales,
ojos perdidos de seres inmundos,
ese perro tiene siglos ladrando,
el vecino de la otra habitación
me atormenta, gemidos infernales,
¡no puedo soportar otra inyección!
quisiera dormir, y no despertar.
Rosas sobre mi piel, la maldición,
el agua moja la cama, ansias, náuseas,
las vidas que se apagan, almas muertas.
14
¡Cuánto peso he perdido! ya no duermo,
No reconozco los rostros enfermos,
ya no vienen a verme, nada importa,
no verán la mirada de la muerte.
Hora de las batas blancas, les temo,
la vecina terminó de barrer.
Esta habitación no es desagradable,
un suave ventilador en el cielo,
un televisor, miles de jeringas,
el infierno gris debajo de mi alma,
los cariños que se han ido, "un te quiero",
olor a enfermedad, el dolor, calma,
susurros tenebrosos, casi rojos,
los amigos volando en el cielo,
acero muy fino, mortal veneno…,
los dioses sin sangre, sin sueños, ni ojos.
15
El silencio fúnebre se acelera,
están llegando los seres oscuros,
es ella, la mujer de bata blanca,
sonríe: "¿cómo le va al consentido?",
"¡bien, pensando en las cosas de la vida!"
-- sí, pienso siempre en su muerte, ¡lo juro!--
“así me gusta, mente positiva...,
sentimientos de amor y de esperanzas".
16
No puedo apartar la mirada cruel
de la jeringa, no tengo valor,
tiemblo, digo a la mujer las mentiras,
al final será lo mismo de ayer.
Ella responde, ternura y amor,
como si ella fuese la otra señora,
sí, claro, ustedes saben..., la Vieja.
17
“¡Caramba, se ve mejor!”, no me mira.
Las jeringas rojas volverán siempre,
entre sus manos blancas, “¡chao, mi vida,
felices sueños, nos vemos mañana!”
La estaré esperando, dejaré que entre,
escondí muchas agujas para ella,
la estaré esperando, dejaré que entre,
sentirá en su piel, la dulce venganza,
dormirá…, dormirá,…, bajo la tierra.
- Autor: Gerardo Barbera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de octubre de 2020 a las 00:06
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Juan070, Vogelfrei, Anngiels Simplemente Mujer, alicia perez hernandez
Comentarios1
fuerte el poema pero narra una realidad que da miedo
saludos
Ann
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