La sombra que camina junto a mi decidió irse junto a la luz del oeste, esconderse en la oscuridad y caminar vaga en callejones húmedos, salados, con olor a caprichos lejanos al olvido, palabras nunca dichas y sobre los sosiegos huérfano de un orgasmo jamás escuchado.
Perseguirla no era mi primera opción, ni tampoco era deambular su compañía, sabía muy bien que era parte de mí, de mi cuerpo, de mi esencia, no pensaba buscarla ni mucho menos atender el frio que dejo su ausencia, por ahora, debía caminar por debajo de balcones, bajo grandes casas coloniales que fueron construidas a más de una década, entre los corazones de humanos negados al amor, alimentándome así de besos vacíos, sentimientos nulos y corazones rotos.
Buscaba encontrar mi mirada sobre un lugar donde no hallara luz y allí poder cantar los versos más tristes que aprendí una tarde de agosto, necesitaba sentir la umbría con esa brisa leve acompañada de escalosfríos crueles, olvidándome poco a poco del caluroso sudor que emergía tu cuerpo al danzar contra el mío, del fuego que encendías sobre mi piel y de las cenizas tibias que volaban al compás del sonido que emitía “idilio de amor de Willie”.
-Lamoga
- Autor: Lamoga (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de octubre de 2020 a las 13:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 91
- Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei, AH, Tatan Love
Comentarios3
Gratificante leerte,
Saludos.
Espero sea gratificante siempre...
👌
🙂
Buscar la sombra para desahogarnos o... escondernos. Intenso tu relato. Un saludo.
me alegra que te guste.
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