Me condene una tarde de primavera, cuando acepte con curiosidad su invitación, claro que me condene, tomó mi mano con facilidad y me llevó a un espacio hermoso con suaves brisas y las olas iban y venían anunciando lo que pasaría.
Mi conciencia me condena por las mentiras que ensucian el alma y el sabor amargo de la venganza se va haciendo dulce mientras más lo pienso, sentía culpa pero a la vez se perdía mientras recordaba la traición que de manera vil fui sometida.
He vuelto a aceptar su invitación, pero esta vez voy envuelta de malicia, esta vez sin culpa y sin vergüenza aceptaré los besos, caricias y desnudez, con una voz llena de ilusiones puedo decir que di rienda suelta a lo absurdo saciando toda venganza contenida y lo volveré a repetir hasta olvidar que alguna vez decidí amar.
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