Alguien pudo hacerlo pero nadie quiso
ayudar a aquel hombre de cigarro fácil
y rostro herido.
Dicen que solía tomarse su copa de ron
con ayuda de los desconocidos gestos;
aún me dicen que su mano temblorosa
era un giro de gatillo fácil y suicida.
Muchos pudieron ayudarle pero nadie tuvo
tiempo para ello.
Me aseguran que se voló los sesos del corazón
con tequila barato y pastillas para la tos;
dicen que sí pidió ayuda y luego,
supo la verdad de las cosas.
Alguien lloró con firmeza por él más tarde…
Maldita raza de víboras!
- Autor: Alexander Vórtice (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de agosto de 2010 a las 00:47
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 55
Comentarios2
cuanta agresividad en tus letras !!! me gusto la historia
Asi vivimos en esta sociedad que a nadie le interesa lo que le sucede a los demás, muy buen poema y buen tema, te felicito un abrazo
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