Hoy me levanté con mi pie izquierdo.
¡Qué torpe fui! …pensé
¿Pero…? si Dios me entrego los dos pies.
¿Por qué, habré de juzgar a mi pie izquierdo…?
¿Por ser más rápido…?
¿Por tener la convicción de aprovechar mejor su jornada…?
…Desde ese momento.
Le di la libertad de disfrutar el día.
Mi pie izquierdo fue libre...
Tan espontáneo como sus pasos.
¡Fue increíble…!
Nunca olvidaré, todas las cosas tan maravillosas…
Que me entregó Dios, ese lindo día.
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