Vigilia de ensueño

Romey


AVISO DE AUSENCIA DE Romey
Me retiro a mi soledad eterna.
Enciendo esta noche una linterna
entre el frío que por esta ventana
entra a borbotones, como mi alma
en la muerta materia desvencijada
haciéndola jirones de blanca niebla.
Me retiro a mi soledad eterna,
aunque nunca daré por perdida
aqueya estreya que briya a oriyas
de mi vida, entre marea y arena...
Me voy volando al alba al despertar
a esta realidad tan extraña,
que se sueña, es la verdad...
Me voy flotando en una ola enfática,
a toda velocidad, cortando las aguas,
y la gran distancia que nos separa igual.

Caminante desvelo, es la tregua tras velo

la sombra que cae del cielo, la onda, el movimiento

esta noche despierto, un hecho milagroso,

el misterio, en el silencio una voz: no estoy solo,

mientras canto la Luna se va elevando

lentamente, pero sin detenerse, y me parece extraño

no ver a nadie vivo y bailando, acaso duermen

hipnotizados? Será ese el letargo que viene

antes de la muerte? Buscando la verdad

me encontré, y no volveré a perderme más;

ya sé desteyar, aunar la dualidad y ser estreya;

a distancia admirarás mi beyeza sublime;

oh insigne poeta, representante en tierra

del orden de arriba, siente el relente sutil, ve,

relampagueante, el Amor revelarse, aunque tenue

tambien total, viviente inmortal, siempre

el rebelde, valiente retador de temores

con el corazón alegre, notable al roce

leve de su piel fría, y la mente sensitiva,

infinito posible, a un paso, aquí cerquita,

la eterna tentación, la misma que a mi

me incita a escribir, a evadirme, y salir

adentrándome en la nada, donde nadie se para,

emanando luz contra toda la oscuridad,

seduciendo a mis musas, y a la Luna, blanca

y dorada, adorándola hasta nunca un final

 

 

 

Entre cristales alma,

vitalidad emparedada,

idea casi impensable

que trata de liberarse.

 

Raíz de un cielo nuevo

donde tracen sus vuelos

las aves de aire, libres,

lejos de nubes grises.

 

Reflejo de un sueño,

clara señal en el agua,

entre lágrimas fuego,

pues creo que me ama.

 

Aqueya extraña estreya

entronada entre la sombra,

eterna y poderosa,

corona al pobre poeta.

 

 

Hojas rojas yendo en el viento a su destino,

incierto como el sentimiento tímido, íntimo,

de que aquí se ha caído el infinito onírico;

lámparas ámbar iluminando el limbo,

blancas palabras que sobre la noche escribo;

lunas de plata, soles de oro, yo mismo 

me transformo en mi laboratorio alquímico,

las cadenas las rompo, las hago polvo, vivo,

solo me exilio de todo lo superfluo y respiro

el fuego benigno, ígneo briyo repentino,

resistente al pesimismo, relámpago empírico,

y alto vuelo a pleno espíritu, entro en el remolino

y me inspiro o soy movido, puesto en distinto sentido;

hay tantos muertos perdidos pidiendo auxilio,

oh rostros etéreos, rastro de un pasado siglo,

rezos que a tiempo serán oídos, salvados del olvido:

hojas rojas en el viento frío, todavía vigentes vestigios,

pájaros de vida henchidos, pechos cuyos latidos

amariyos jamás se marchitarán, lámparas de briyos

ámbar, y ébano en el centro de una mirada, un frío

infinito divisado, irisado en gris, liviano y lívido

disparo de agua y nada: blanca claridad, cristalino

espejo donde mirar girar secuencial el destino

de las almas dotadas con el don divino

de la perpetua ebriedad, oh paroxismo,

extremo equilibrio sobre el vil abismo,

común factor diferencial que así nos hizo,

físicos fuegos yendo en el viento, movidos

entre el tiempo y los espinos sin ser heridos.

 

Mientras se yenan de yuvia

las nubes oscuras, deduzco

un lucero que dentro se oculta,

un aliento de viento ligero,

una voz diciendo el futuro,

el venidero aguacero,

y el fuego que nunca

se fué del cielo, Sol desnudo

yendo y viniendo,

y pienso, me sumo profundo

en mi reflexión, que es esto

que siento, la sensación

de que todo es perfecto reflejo

del yo que soy, un elemento

dispar, un disparo de Amor

atravesando de lado a lado

este corazón forzado por soledad

a arder eternamente, a hacerse real

y trascender, dejar el pasado,

la enajeción, en un rincón

de la mente, y ser genial,

deidad entre la gente que cae.

A alzarse pues, por qué no

levantar la cabeza y dar prueba

de que aquí estoy, así soy yo:

un alegre yanto entre tormentas,

dios del rayo y las cosechas,

o casi sombra, cuando yoran

las estreyas, todas eyas solas

en la tierra, esta noche,

lejos de sus lechos, donde

extraños han hecho normal

la caza y el acecho del alma.

Prohibir la santa ebriedad

no podrán, no pasa nada,

o sí pasa: ahí va la verdad,

vedla andar, venga despertad

y miradla, subliminal,

habitar en la materia

mental que atraviesa

como nada, con paciencia

y sabia calma. La ciencia,

mientras, inútilmente,

intenta explicarla

una y mil veces,

pero la razón es solo

la mitad; si es negada

la intución innata

quedan los dos ojos

medio ciegos, y los pies

caminan pisando cepos.

A lo más alto trepo

para ver más claro

dando el paso próximo

en el charco a propósito,

salpicado del yanto dorado

del Sol, el cielo he lo domado,

soy dios del rayo y las cosechas,

yo hago de secos tayos nuevas

hojas crecer: toda naturaleza

rejuvece durante la primavera,

a mano sujeto los aires, juego

con fuerzas elementales como el fuego,

fé en un mundo nuevo, fundo, en este 

infierno, un cielo y lo inundo, para perderme

profundizando como un buzo el océano

que he hecho yorando, esperando 

la yegada de la noche, lunático, luciferino,

infiel al final del camino marcado

por un crucifijo colgando invertido;

o me lo habré inventado, ebrio y no de vino, y no finjo;

lo fijo es que estoy soñando, pero por qué nadie me lo dijo?

No voy a cambiar ni a preocuparme, no soy yo culpable

de ningún delito por quitarme la máscara y los guantes 

y mostrarte mi desnudo escrito, aunque preferiría abrazarte

y rozar el infinito sin quemarnos las falanges.

Oh jóvenes promesas, contemporáneos poetas,

siempre innífugos, inmiscuíos afondo en la hoguera, 

contemplad el infinito girar, en trance, y no lo dejeis difuminarse

tras otra nube fulminante; salvajemente subid al baile, sabed,

y no dejeis que ignorantes os bajen, que nada os haga caer

ni siquiera la muerte que viene despues a beberse la sangre,

las lágrimas que nuestras almas derraman al romperse

para saciar su sed; veis aqueyas estreyas, sobre eyas carece de poder.

El Amanecer las desvanecerá, pero

volverán a aparecer y las verás, ebrio

para siempre, y nunca la muerte, la duda

letal no vendrá esta vez a verte. La Luna

está ya en tu mente, que te late fuerte,

y es embelesada al besarla bien, de frente,

y el mal en fuga se arruga y estremece:

delante se delatan las apariencias falsas

y la Verdad se ve verde, vital, evanescente,

resplandece, y te hará permacer, esperanza

te dará, para siempre luz, paz; fácil: placer,

ebriedad juvenal, y venga, a jugar a los azares

buscando esa clave que en par abre los mares.

 

  • Autor: Romey (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de noviembre de 2020 a las 18:42
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 46
  • Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei, J.K.
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Comentarios +

Comentarios1

  • Romey

    BEAT
    Me encanta Jack Kerouac
    En el camino
    Subterráneos
    Rimbaud (un genio) casi sí fundador del movimiento
    Y mas
    Influencias muy grandes en el rock&roll
    Q se podría decir q nació de tal sentimiento de libertad explosiva, ingobernable



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