Aún quedan brumas del color del recuerdo
Los ojos de la noche entrando a una muchacha
Llena de sortilegios, y príncipes andantes.
Nadie sabe su nombre
Nadie sabe su suerte
Solamente un gemido
Se escucha entre las olas
Y residuos de lágrimas
Dispersos por el aire
Esa muchacha pacífica y amarga
Lleva un amuleto
Del color de los ángeles
La corona de sueños
Entre siete candados
Huidizos y torpes
Nadie sabe quién es
Pero si alguien
Se empeña en encontrarla
Su nombre es soledad
Y se oculta en mi alma
Comentarios1
Su nombre no es soledad.
Se lo han hecho creer aquellos
que han querido que se sintiese sola
porque brilla su vida por si misma,
propia, distinta, ineludible.
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