Mi amado, ¿Dónde estás?
He confundido el susurro del viento con tu voz,
la sombra de los árboles figuro que eres tú, jugando a ser mi ángel guardián.
Querido, acaba con la angustia que me provoca tu espera,
sentirte atado a mí por un pequeño hilo teñido de azul ya no me es suficiente.
Me ha dicho nuestra paloma mensajera que estás esperándome en el valle de los corazones encantados, donde las rocas son castillos y las flores sus guardianes,
donde no existe más estación que primavera, donde el amor nunca se marchita y cada equinoccio es un nuevo juramento de amor.
He de llegar a tu llamado mi prometido amado, mientras tu corazón continué anclado al mío y mientras exista el valle de los enamorados, seremos sus felices huéspedes encantados.
Rosas blancas y clavel, azucenas púrpura, jazmín también.
Tengo más flores de las que esperabas, la fragancia de todas ellas combina con cada matiz de tu piel.
La espera terminó, en complicidad de las almas enamoradas, finamente el verdadero amor, pudo ser.
Cielo azul, cristal de luz; para testificar que nuestro sueño se ha tornado real.
Fantasías del amor, mariposas en el corazón, del mundo ilusorio, no necesitamos más.
Nuestros cuerpos están distanciados por un par de pasos, afortunados somos al saber caminar.
Cierra tus ojos, no des marcha atrás, pues mucho tiempo esperé sentir en mis brazos tu palpitar.
Cielo nublado, está por llover. Sueño anhelado, abrázame, vayamos juntos donde, siendo niños, imaginamos eternidad.
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