Como etiquetas perdidas
van las palabras, y ruedan
en su acierto o desmemoria,
como resplandores en plena
calle. Caladas hasta los huesos,
y mostrando el pecho, se pasean
insignes, hasta que un buen zapador
las levanta. Y viajan por un viento sur,
ignorando que, a veces, como amores
derruidos, alguien las reclama-.
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