Aquella tarde
sonaron las campanas
llamando a misa.
Y allí te vi.
Subías a la iglesia
para rezar.
Te arrodillaste
y vi como tus labios
algo rezaban.
Quise tu fe.
Estar en el susurro
desde tus labios.
Entró una sombra
cubriendo tu semblante
y tu figura.
Cuando se fue
no estabas en el templo
ni yo tampoco.
Eran los sueños,
recuerdos y nostalgias
que atormentaban.
Pero escuché,
de nuevo a las campanas,
y estaba solo.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/20
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 21 de noviembre de 2020 a las 08:15
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 43
- Usuarios favoritos de este poema: LEONARDO HENRRICY, Lualpri
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