Estabas sola
en un acantilado
sobre la costa.
Te vi y dudé,
¿qué hacías, margarita,
mirando al mar?
Fui a tu lado
llenando mis pupilas
con tu figura.
Cerré los ojos
para forjar un sueño,
y verte en él.
Pero la gracia,
la esencia de tu embrujo,
me fascinó.
Dejé mis sueños
perdidos en la nada
y fui a los tuyos.
¡Qué maravilla
mezclarme con tu mundo
de fantasía!
El mar, las algas,
los barcos navegando
con devoción.
Hubo un suspiro
y un beso de mis labios
para tus pétalos.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/20
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 23 de noviembre de 2020 a las 08:15
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 54
- Usuarios favoritos de este poema: Classman, Lualpri, Yamila Valenzuela, Andy Lopez
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