Llegué a tierra santa
Sin oráculos
Llena de parábolas
Y aves amaestradas
Aleteando en mi fértil esperanza
Sucumbí en todos los aleros
Arrastrada por La magia
Que llevamos los mortales
De no dejar llegar al buitre
Busqué la nieve en todos los recodos
Tropecé con torpederos
Imanes y pelusas disfrazadas de gente
Piedras hurañas aplastando
El rostro de los vivos
Los muertos insepultos
En diferentes urnas de cartón o mármol fino
De acuerdo al caudal almacenado
O la suerte
Nadie mostraba señales
Ni ofrecía un plato
Nada nos indicaba el vuelo de las aves
Rostros resecos, otros erguidos
Mudos y hacinados
Maldad deshumanizada
Con diferentes historias
A flor de piel
Exhibiendo intereses mezquinos
Puñales de hojalata
Otros lanzados hacía el sol
Aquí nadie sube la escalera
Sin mano o palanca
Sin embargo las caídas son crueles
Dejan su amarga cicatriz
Círculos que no se cierran
Caballos halados por peregrinos
Que se conforman con masticar
El pasto del ciprés
Sin comunicación ni escuchas
Llegué a tierra santa
Hidalga
Y voy terminando la contienda
Mendiga y misionera
De mi propio holocausto.
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