Queda el silencio
si se pausa la culpa
que ocupa el espacio
instante, tras instante.
Pausa y no eliminación,
Pausa y no reconciliación,
la culpa es mi otra esencia,
la que me hace víctima y justiciera.
Suspender el juicio, que más quisiera
descansar de mi misma una tarde cualquiera
y no necesitar, ni querer, ni soñar,
solo ser abrazada por la inmensidad.
Dios se ha ido de su propia existencia,
se ha convertido en inexistencia, inmaterial,
y yo, yo soy mundo y carne,
duda y sangre.
Soy la repetición de un mal eco de Dios,
una pincelada de un pintor sin pasión,
no hay redención, no hay gloria,
no hay perdón, ni memoria.
Estoy suspendida en mis propias cavernas subcutáneas,
detrás de mi piel está la calma,
la nada, la pequeña nada,
y al final: el amor.
Que alguien me calle
porque no tengo nada que decir detrás de estas palabras.
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