Ella, está presente en cada amanecer, y en las estrellas cautelosas que han decidido hacer acto de presencia.
La recuerdo al contemplar los luceros de la mañana, las rosas y las esquinas de mi calle, incluso al ver esa estrella taciturna que intenta brillar en la noche cerrada.
Está presente en mis paisajes predilectos, en los silencios más profundos, incluso en el viento que limpia con sutileza la tarde.
Deseo pintar el otoño de mi existencia, siendo ella, mi acuarela preferida.
La pasada noche, pude hablar con el destino y me comentó, que había unos labios deseosos de sellar con sus besos otros deseados, junto a la ribera cercana y el cañaveral que se pierde en la lejanía.
Conversé con el destino, y me dijo que las hidras están adheridas a las paredes, gracias a los amores eternos.
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