Me quito el antifaz
Que no es otro que mi propio rostro
Agrietado
Cruzo los pies ulcerados y escamosos
Igual que mi interior
Cubierto de lino verde
O quién sabe si me he vuelto daltónica
Y no es lino, ni es verde
Diviso muecas y patrañas
Donde hubo una sonrisa famélica
Busco la palabra precisa
La flauta del Mago
Llena de filantropía
El carrusel de mi infancia
Mi espejo gótico
Y me responden
Fantasmas en espiral
Rostros desconocidos
Escoltando un ataúd de mala muerte
¿Qué sucede con mis recuerdos
Y el juramento
La noche de los noctámbulos?
No llega respuesta
Ni una leve luz
¿Cómo regresar al punto de partida
Si no encuentro la brújula
Ni las siete llaves
Ni siquiera a ti
Que te creía mágico?
¿A dónde fue a parar mi lucidez?
Solamente veo un árbol
Convertido en chancla
Y una chancla irreconocible
No sé si es que llegó la hora
De morir en solitario
Pero los hierros chirrían a una voz
Y los perros ladran
Una melodía que me aterra.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.