LA MUERTE SE APOSENTA.-

  

LA MUERTE SE APOSENTA

Ya mis ojos no te miran miran el fantasma en que has quedado convertido. Un día aciago dejé de mirarte, nunca así, de amarte. ¡Es que a la muerte la respeto! Estabas tan cerca y tan lejos, como el tiempo que se ha ido sin dejar ninguna huella.

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Ya no hay sangre corriendo por tus abultadas venas y mi alma vive en luto por tu anticipada muerte. Nada de aquel amor queda en pie, todo lo corroe el inmisericorde infortunio de una esencia vital desperdiciada por la desventura, la miseria y la desdicha. Todo se ha quedado en la oscuridad en la sombra gris de la noche.

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Todo lo vital se lo ha llevado la niebla. Las alegres y prístinas esperanzas quedaron sepultadas por una realidad llena de dolor en la que la desventura tomó protagonismo y se hizo dueña absoluta del tiempo y el espacio. **** ¿Dónde se fueron las promesas de una vida llena de alegría, aventura gozo y plenitud?

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Solitario paraje que se mueve en sus calles terrosas y tapiadas por altas paredes, que se erigen altaneras en una fiel imitación de los paredones dónde se ejecuta sin apremio a la vida y se ejercita la muerte.

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Allí se anidó y recreó la intriga y la mala intención de los que hoy rumian sus penas, presas de sus culpas y sus dolores por pecados no resueltos.

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Cadáveres que deambulan, especies de sonámbulos con sus emociones marcadas por un destino que sentencia a la vida. Las emociones rotas y fragmentadas por la locura y el éxtasis de una pasión que se subordina ante el ignorante deseo de hacer mal.

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Esas que ya no están para contar los pálpitos y las reminiscencias de vidas que un día tuvieron precaria existencia en su vívidos cuerpos. Son ellos, los muertos silentes que caminan cómo llevados por el viento, sin amor, sin sentimientos, ni sustrato.

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Simples plumas negras que se lleva la ahumada brisa. Animas de exiguo aliento que en macabro desfile se animan a mover su desgastada humanidad, hoy convertida en polvo, en cenizas.

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Oseras movidas por el vetusto viento y por un inexorable tiempo que todo lo enmohece y lo arruina. Son sólo animas perdidas en las tinieblas de las profundidades, donde no hay ya, ningún ápice de savia que las reanime.

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Almas vacías y ausentes que perdieron el pasado, en la búsqueda del futuro. De un tiempo que no se hizo presente y no se hará… nunca jamás.. Apresurados por el paso de un tiempo que no fue y que se vuelve y los envuelve, tornándolos más ausentes y más extraños de sí mismos y de esos otros que los ven.

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Son emblemas de lo no sido y permanecen deambulando como temiendo a la vida, pero en una espera ansiosa de la muerte. Triste presente el de estos transeúntes, prestados en el camino a una vida que les es ajena e impropia.

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Gente que sufre sin saber ni cómo, ni porqué y lo hacen persistiendo en el acto de estar sin ser.

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Estatuas vivientes que respiran sin emoción y con la destrucción a cuesta. Zombies de la muerte anticipada que esperan sin tropezar el viaje que les trae la mano tenebrosa que empuña la guadaña.

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¡Estos son los muertos en vida! Listos para la cita con la solitaria suerte. Prestos para que los llamen sin regreso. Es la muerte que llegó silenciosa Para tomar sus cuerpos y sus almas.

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Ella quiere quedarse allí, sembrada en vidas que han estado muertas y se creyeron vivas. ¿La expiación devendrá en resurrección?  

Raiza N Jiménez Rnj /