Paseaba por los sueños que surgieron al alba,
los de las horas tempranas,
tibios y tiernos como la leche recién ordeñada.
Paseaba pequeña,
brincando entre las rosas de la abuela,
jugando muñecas a la sombra del naranjal.
Paseaba entre grillos y gatos vecinos
con las rodillas sucias de tierra
Paseaba y cantaba, jugando a la sirenita ataviada de lilas rosadas.
Hasta que llegó la hora de rezar el rosario,
de tomar la merienda de café con pan de manteca.
Mi paseo diario terminó con el día.
Llegada la noche sombría, terminó el juego
Ya es hora, ya es tiempo, que crezca la niña.
Comentarios3
Un grato paseo por los recuerdos de tu infancia nos regalas.
Un saludo afectuoso!
Me llena de gusto saber que ha sido grato para ti Azul Noche. Un abrazo
Tú no has dejado la niñez porque conservas la alegría. Saludos y feliz día
Nunca había pensado eso. Pero es gratificante tu comentario. Creo que es importante conservar la alegría en el alma.
La inevitable y bella transformación...
Hermoso tu escrito Alfonsina. Afectuoso saludo.
Gracias Lorenzo Aratu por tu comentario. Un afectuoso saludo para ti también.
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