Llanto sordo del abatido migrante
que esa nave saturada que parte
quizás muy seguro no vuelva jamás,
ancla de recuerdos, pretéritos, viejos,
enmienda de ausentes cariños promitentes.
Soledad cotidiana el alma le lastima
en la edáfica y lejana tierra adoptiva
veleidosa madrastra febril con tijeras
más sus selectivas rondas de fríos
en cálidas, ríspidas desventuras forzosas.
Magna heroicidad sin lustres de bronces
monumentos rampantes de largos pesares
desde el mimetismo peninsular del cocoliche,
dialecto que sin sublimado carnaval se disfraza
en su dulcinea, acariciante lengua maternal .
Bajaron altivos y aún serenos la cabeza,
para sí crueles desdenes, de oprobios infieles
muy crujiente la cansina espalda laboral
en venta contínua de sempiternas fatigas
desde el solano mercado, al precio más vil.
Vino agraciado maná tal una diosa mujer
y entre ambos, naciente trilogía del amor
resignación bálsamo de las procelosas odiseas
compensando infames cilicios y años de dolor:
-“¡M’ijo ya es un dotor”-
- Autor: Charo. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de diciembre de 2020 a las 00:18
- Comentario del autor sobre el poema: Somos casi árboles. Desarraigarse es un drama .Millones y millones de seres y pueblos en diversos ciclos encararon la riesgosa aventura dentro de las mas diversas peripecias.Su heroicidad lo es a la sordina, tumultuosa y de una potencia demográfica y moral en la plenitud mestiza del coraje.Sorprende y ensalza.No todos los individuos pueden acceder a esa suprema decisión que individual o colectiva.Solo lo mas valientes y enhiestos.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 45
- Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.