La gélida brisa
del moribundo otoño,
obliga al recogimiento.
Largo se hizo noviembre;
amenazante y chantajista,
enfermo y abatido.
Sacó lágrimas que no secó,
sembró insidias
y preludios de desolación.
¡Oh, onceno hijo del bisiesto dos mil veinte!
Dejaste más penas que glorias
y en tantas memorias
de mis años viejos,
tan aciago noviembre
no recuerdo ni de lejos.
Amaneceres de rosa y oro
ante calitas sin bañadores
y atardeceres para el recuerdo
en las lentes de la distancia.
Nos aboca a navidades
de silenciosos sonidos
y la estrella del oriente
fulgorea ante miradas ausentes.
Los balcones de las guirnaldas
iluminan el silencio
de las calles desiertas.
El cochinillo y el vino reposan
en las estanterías
y alrededor del banquete
las butacas vacías.
Y en el horizonte
cubierto de nieve,
la semilla escondida
espera la primavera.
8-12-2020
- Autor: vateignoto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de diciembre de 2020 a las 20:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
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