La tarde ya estaba entre gris y blanco,
y copos de nieves caían ya sobre los árboles,
era el otoño saliendo y dando paso al invierno.
Invierno a veces tibios a veces fríos,
cuando llegaste a mí en el ocaso de mi vida,
en el otoño casi dándole paso al invierno.
Llegaste entrando ya también
por la puerta hacia el ocaso
con tus cabellos cubiertos de nieve
tu piel con las marcas del tiempo
tus brazos vacíos de caricias
y añorando una primavera,
con tú corazón lleno de las ansias de amar.
Pero nos faltaba algo en ese atardecer de la vida,
¡Nos faltaba el amor!
Y entraste en mí y yo en ti
y nos llenamos del amor,
y nos cubrimos de esperanzas.
De la esperanza que da el amor
cuando vive en el alma.
De ese amor que se conforma con una noche,
solo una noche para los dos,
una noche para nuestro amor.
Una noche para unirnos en un abrazo,
una y mil noches pasaría contigo,
una y mil vidas pasaría a tu lado.
Quedarnos despiertos
hasta que llegue el amanecer
y contemplar una misma estrella,
esa que será nuestra
y nos guiara en el camino del amor.
Perderme en tus ojos sin tener que hablar,
y con la mirada decirte «te amo».
Y tocar el cielo con nuestras manos
y sentir tu aliento acariciando el mío,
como el viento que acaricia tu piel.
Nos llegó el amor en el ocaso de la vida,
Un amor que se funda en el alma y en la esencia.
- Autor: Iris Lugo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de diciembre de 2020 a las 05:07
- Categoría: Amor
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Almohade, Lualpri, jose S.W., Willie Moreno
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