Pasa la niña
despacio, coquetona,
por la alameda.
Todos la miran,
incluso los gorriones,
cantan altivos.
El viento silba,
quizás admirativo,
por su presencia.
Y va la brisa,
despacio, hasta su lado
con un abrazo.
Una caricia,
un beso silencioso,
es el mensaje.
El que prosiga
sus pasos y camino,
sin hacer caso.
Y es que la vida
se vive sin envidias
y así se ama.
Es un regalo
que viene a nuestro lado
como esos pasos.
Pasos de niña,
de adultos y de ancianos.
¡Pasos con vida!
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/20
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