Me retiro a mi soledad eterna.
Enciendo esta noche una linterna
entre el frío que por esta ventana
entra a borbotones, como mi alma
en la muerta materia desvencijada
haciéndola jirones de blanca niebla.
Me retiro a mi soledad eterna,
aunque nunca daré por perdida
aqueya estreya que briya a oriyas
de mi vida, entre marea y arena...
Me voy volando al alba al despertar
a esta realidad tan extraña,
que se sueña, es la verdad...
Me voy flotando en una ola enfática,
a toda velocidad, cortando las aguas,
y la gran distancia que nos separa igual.
Flor, tu fuerza levantas de la tierra,
tu elegante beyeza, tu aroma a amor
y verdemar, tu esencia verdadera.
Oh luz de estreya, fuente de eternidad
y agua de vida, cristal intangible, alma
libre, entregada a amar y nada más,
bonita flor preciosa creciendo sobre la fronda,
sobre la densidad oscura de la sombra elevándote
majestuosa, magnánima diosa terrenal...
Alégrate, renace, levántate, que el mal se va
al verte crecer, azul, yena de la luz estelar,
celestial, especial, entre el espacio
y através del tiempo besando el cielo
Tanteando en las tinieblas los muros y las piedras
unas manos desnudas buscan la luz de un alma.
El viento pasa, acariciando las sábanas de arena
donde eya baila plena, ave legendaria, estreya blanca
caída a la tierra un día de tristeza...
Horas de hierros pesan, las cadenas carceleras y los cierres,
los candados en las bocas de los ángeles marginales,
los diluvios que ahogan todas las tardes en un luto irreal...
Pero la verdad vuelve y la muerte se va,
crece grande y fuerte el amor en la soledad de la nada
cantando su sonrisa sincera sin prisa, ya no más presa
de las formas que fuera se corrompen, externa a la rabia
eya exclama invocando así la tormenta que ha de venir...
Sobre la concavidad redonda de una roca colosal,
ciclópea criatura, conversando con la Luna
una noche más, sin lágrimas, alegre, gritando
el nombre de aqueya estreya o alma que lo ama
a él, hombre solitario, quien tararea siempre cánticos
disipando los disparos y los temores aterrados.
Yorando dentro de una cueva negra
enjoya el pavimento desplomándose como un manto
o la niebla sobre el mundo... Es verdad
se equivocan los ruínes inquisidores arrojando el enojo
a los ojos giratorios, a las sombras de la noche.
El fundamento inicial del universo, su cimiento principal,
el pensamiento late desde el alma a todo lo demás
impregnando, regando los campos, mojando las montañas
donde moran los minotauros, mientras a látigo son azotados
haciendo sangrar el cielo su yanto al suelo... El humano,
rebelde innato, y creador de todo, contempla la insignificancia
de sus obras, dobla su mirada hacia las sombras y avanza
otra vez más... Dicen que ama demasiado, que es pecado
mortal, que quiere vivir, conquistar la eternidad de lo alto
y traerla aquí abajo, rajar el velo y ver que hay tras esto,
tras tanto trasiego, un dragón, un ego poderoso, un dios
que lo es todo, último y primero, también el del medio
y su sombra...
- Autor: Romey ( Offline)
- Publicado: 21 de diciembre de 2020 a las 17:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Dulce, Miachael
Comentarios1
Dicen que ama demasiado, que es pecado mortal, que quiere vivir, conquistar la eternidad de lo alto
y traerla aquí abajo... lo logrará porque es bien obstinado 🙂 me encantó leerte Sergio, es dragón y a puede descansar por hoy,abraciño
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