Ya no tengo que llorar a mis muertos,
ni hacer duelos solitarios,
ni inventar tardes rotas,
lamentando a los mal idos.
Ya no hace falta llorar hondo,
ni romperse las venas
por la sangre hedionda
putrefacta de dolores.
Ya se han ido los que se fueron
y las calles frías ya son mías,
la piel mojada ya no duele,
la noche es silenciosa y tranquila, -al fin-.
Comentarios1
Gracias por tus letras.
Muy Feliz Navidad!
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