Negra, supurante alba de tormenta invade los sueños, las ideas,
la noche asciende y descienden en el corazón del hombre
atormentado, pisoteado por las alimañas como dunas del desierto.
Su rostro furioso, a veces y casi siempre con mirada sombría,
da cuenta de la razón perdida y está solo, solo, solo,
o no, más bien acompañado por las hienas de sus dolencias,
prisionero febril de su cuerpo, ese al que le envenenaron de palabras
le corrompieron el esqueleto e hicieron rejas con sus recuerdos,
le paralizan los cantos aterradores de sus propias mandíbulas,
todo él es una consumación de dolor en creciendo,
como si viviese en la era de la inquisición le han quemado las entrañas
y trituran en un potro los deseos, solo por ser el dueño de sus esperanzas,
desencadenado lamento lo separa de la insalubre sociedad
y si se apartase de esta avidez en llamas, solo erraría cual eterno fantasma
yo al verle no comprendo ¿Por qué la obstinación sin reposo?
¿Cuándo ha de llenarse pues, ese tremendo vacío?
Luego vuelvo la mirada a mi entorno reverdecido de caprichos.
Yo la cordial dueña de la cordura, al ver mi propio extravío
quisiera compartir tu tortura, distanciarme del confort que niega
a la intuición y levedad de este momento, a mi razón… respuestas.
- Autor: Isel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de diciembre de 2020 a las 23:37
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, Lualpri
Comentarios2
Reflexivo tu escrito. Afectuoso saludo.
Gracias por tus letras.
Bienvenida!
Luis
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