Ella, en su pedestal, acaricia el azul cielo,
sobre Álamo desnudo de hojas caducas,
junto al Ciprés ascendente y perenne,
espera un volver a revivir, con anhelo.
Ella que al Álamo le entrega
el ocaso de su existencia declinada
y de ocres ajados rodeada,
del árbol madre, la sabia, no le llega.
Del norte gélido, un ventoso azote,
cortante, hiriente, le hace temblar
la frágil base de su sustento y empieza a helar,
contra su voluntad, provoca su rebote.
En su lenta y revuelta caída
de sus compañeras perennes, despide,
y de ella el Mirlo, que no se olvide,
revoloteando por el viento, en agitada despedida.
Adiós Mirlo querido, por tus ratos inolvidables
por tus canticos de primavera a otoño
por tus juegos y emociones volátiles
Revolotea hacia la tierra, en fútil retorno
en que se transformara en materia,
de nuevo, a servir de soporte del entorno.
Cerca ya del suelo, un remolino la enviste,
vuelve a ascender su vuelo,
ella no quiera perecer y resiste.
Otro remolino, da con sus restos al suelo
se arremolina con sus antiguas hermanas
y observa; del Mirlo, una lágrima de consuelo…
- Autor: Leoness (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de diciembre de 2020 a las 13:19
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 82
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, alicia perez hernandez
Comentarios2
Qué belleza de escribir, y manera aguda de observación etérea de los entornos.
Me encantó. Gracias por compartir.
Tommy Duque.
Gracias por tu apreciación, un cordial saludo
Ella que al Álamo le entrega
el ocaso de su existencia declinada
y de ocres ajados rodeada,
del árbol madre, la sabia, no le llega.
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Es un gusto pasar a disfrutar de tus bellos versos. saludos poeta
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